Animalistas, funcionarios y el futuro de la sociedad cubana

 Si el gobierno cubano, en lugar de excluir a los animalistas independientes es capaz de integrarlos en acciones estratégicas por la causa animalista, probará su fortaleza para asumir las nuevas sensibilidades y esto significa que tiene capacidad de generar nuevos y más amplios consensos dentro de la sociedad. Si opta por negarles el merecido protagonismo, sólo va a mostrar debilidad y dependencia de un guión cuidadosamente orquestado, en un mundo que es cada vez más rápido, caótico y cambiante.

 

Hay que comenzar por la breve iniciativa de Pedro Pablo Hernández, ex-vicepresidente del Poder Popular del Municipio Plaza de la Revolución. Su oficina expidió un documento el día 2 de abril de 2019, que autorizaba a Beatriz Batista, identificada como “protectora de animales independiente” a realizar una caminata desde “Coppelia” hasta el “Cementerio Colón” utilizando “carteles de concientización” sobre la causa animalista.

Lo que sería una gestión cotidiana de un alcalde o comisionado de una ciudad sin nada particular, no tenía precedentes en La Habana, donde por décadas sólo se ha permitido manifestaciones que provengan de organizaciones vinculadas al gobierno. Es probable que Pedro Pablo Hernández no haya considerado la magnitud de lo que estaba sucediendo.

Lo que narran quienes participaron, es que horas antes de la peregrinación, una llamada telefónica de su oficina intentó cancelar la actividad, pero después de semanas de preparativos y un entusiasmo indetenible, la respuesta que obtuvo de los activistas fue más o menos así: “Vaya usted mismo mañana y dígale a la gente que se acabó la peregrinación”. Desde hacía tres días, estaban llegando personas de otras provincias para participar en el evento.

Aunque no pudieron detener la marcha, antes de comenzar pidieron a los participantes que caminaran por la calle 25, en lugar de la avenida 23, que es una de las arterias del Vedado. Patas, colas, plumas, collares y correas, bolsos, pancartas y varios centenares de activistas y otros seguidores, se manifestaron llevando carteles contra la crueldad animal y en favor de una Ley que los protegiera. Fue un momento de transformación colectiva. Las voces y las sensibilidades de los protectores quedaron registradas en un ritual de consonancia y empatía, sumando a los testigos a un profundo vínculo de comunidad y solidaridad entre las especies. Como era de esperar, las fotos de la peregrinación recorrieron el mundo y fueron reportadas por docenas de agencias de prensa.

Beatriz dijo que la peregrinación “va a marcar un antes y un después”, en relación a la lucha contra el maltrato animal y que una acción como esta, contribuiría a una Ley para proteger a los animales. Estaba en lo cierto, apenas un año después, comenzó un debate público sobre la política de bienestar animal; pero ella y otros activistas no fueron invitados.

Y aquí concluye nuestro relato sobre Pedro Pablo Hernández Herrera, quien tuvo que abandonar su puesto en el gobierno del municipio, a sólo unas semanas de la manifestación. Varios internautas reportaron que fue en represalia por su papel en el acontecimiento. La segunda reacción del gobierno, fue contra Beatriz, quien compartió en su perfil de facebook que le habían censurado comentarios suyos en la radio y la televisión, relacionados con la peregrinación, como si estuviera prohibido hablar del tema. La tercera acción que tomó el gobierno, es que ningún otro territorio del país volvió a aprobar una peregrinación similar, dando múltiples excusas para evitar que los activistas se expresaran en las calles.

Aquí es donde hay que tener en cuenta los matices del movimiento animalista en Cuba. Por un lado, se expresan los activistas independientes como Beatriz y, por otro, existen organizaciones como CEDA (Cubanos en Defensa de los Animales), compuesta por activistas que han colaborado con los objetivos del movimiento por años, aunque tal vez con menos perfil público. Ambos son capaces de colaborar por la causa animalista, tal como hicieron sus miembros durante la peregrinación.

La organización que ha reconocido el estado hace años es ANIPLANT, encargada de la protección animal, aunque es considerada una organización no gubernamental. Desde que yo estudiaba en la Colina Universitaria, hace casi dos décadas, en mi familia se han rescatado animales. Eso me dió la oportunidad de escuchar a protectores y activistas de varias generaciones, quienes hace años generan los mismos comentarios: ¿dónde está la ley de protección animal? y ¿por qué ANIPLANT no hace lo suficiente? Por lo cual no es de extrañar que activistas más o menos independientes, como Beatriz, hayan decidido darle un empujoncito a las cosas.

Por su parte, los activistas independientes también promovieron una campaña con el slogan “Abajo Zoonosis”, no hace mucho, donde varios activistas vistieron de negro y mostraron carteles con la mencionada consigna. Estas acciones tomadas por los protectores independientes, fueron igualmente polémicas. No es de extrañar que, cuando iniciaron las sesiones y conversaciones con activistas sobre la próxima Ley de Bienestar Animal, dos miembros del directivo del grupo CEDA fueran invitados a expresar su opinión, pero no así protectores independientes como Beatriz o Javier.

¿Es que estos activistas independientes han cruzado algún límite? Todo lo realizado por los protectores independientes se corresponde con la Ley, incluso aquella peregrinación autorizada. En todas partes del mundo, los activistas realizan acciones para buscar apoyo social y provocar la acción de los funcionarios públicos. En gran parte, ese es uno de los beneficios de la libertad de expresión: que la ciudadanía tenga la oportunidad de procurar apoyos por sí misma y demandar acciones del Estado. Rara vez los objetivos están relacionados con la desaparición del régimen o la búsqueda de la anarquía, eso sería una revolución, que no es el caso.

Durante décadas el Estado cubano ha debilitado las posibilidades de los ciudadanos de coordinarse de forma horizontal y libremente. Las asociaciones deben vincularse con un órgano de la administración central del estado, no pueden crearse varias organizaciones que se encarguen del mismo objeto social y todas están sometidas a discrecionales y opacos procesos de autorización. También es mal visto que las personas sometan las críticas del estado a consideración pública, porque eso puede darle “armas al enemigo”. Lo cual puede simplificarse más o menos así: cada uno de nosotros podemos dirigirnos personalmente ante el Estado, como en un acto de confesión: “en el momento apropiado, en el lugar preciso y de forma correcta”, pero no estamos autorizados a coordinarnos entre nosotros. La filosofía misma del activismo, que implica tomar acciones estratégicas para provocar un cambio, está en contradicción con esta regla del Estado cubano.

Las acciones de los animalistas independientes, sin embargo, han demostrado ser tremendamente efectivas. No es coincidencia que, luego de décadas de esperar una ley de protección animal, sea precisamente ahora que el Estado está en vías de implementarla.

El hecho de que los activistas animalistas sean bien conocidos en las redes sociales y en los medios internacionales, los convierte en una ventaja del movimiento animalista y una forma de validar y legitimar, con criterios independientes, la fortaleza de las nuevas medidas. Si el gobierno cubano, en lugar de excluirlos, tal vez preocupados por hipotéticos riesgos políticos, es capaz de integrarlos en acciones estratégicas por la causa animalista, probará su fortaleza de asumir las nuevas sensibilidades y esto significa que tiene capacidad de generar nuevos y más amplios consensos dentro de la sociedad. Si en lugar de darles espacio a estos espíritus activos y persistentes, opta por negarles el merecido protagonismo, sólo va a mostrar debilidad y dependencia de un guión cuidadosamente orquestado, pero en un mundo que es cada vez más rápido, caótico y cambiante.

Beatriz Batista hoy compartió una directa desde su perfil de facebook, contando las presiones y acusaciones que ha sufrido por parte, tanto del gobierno, como de otros ciudadanos.

 

 

(Este artículo fue corregido para precisar que los participantes del grupo CEDA en las conversaciones sobre la nueva política de bienestar animal, fueron solamente dos de sus directivos, quienes fueron invitados a expresar su opinión y no a intervenir en la redacción de la política. En el texto original, solo se mencionaba que miembros de CEDA habían sido invitados a participar en las conversaciones)

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