Biden y Trump, un comentario profesional sobre la demencia

Los siquiatras y neurólogos en muchas ocasiones trabajamos en tándem en casos difíciles de enfermedades cuyos síntomas pertenecen a ambas especialidades. Así sucede, por ejemplo, con algunos tumores cerebrales, algunas variantes de epilepsia y las demencias.

Llama mucho la atención que, desde hace varios meses, tanto Trump como su campaña y sus seguidores insisten en la posibilidad de que Joe Biden padezca una demencia.

Todos saben que Biden es tartamudo desde su niñez, y que, en febrero de 1988, fue hospitalizado por dos aneurismas cerebrales, lo que provocó su ausencia del Senado por siete meses, y que también le impidió participar en la carrera presidencial de ese año. Para los que hemos seguido su carrera desde entonces, su recuperación ha sido sorprendente y su vitalidad y participación en el Senado ha dado muestras de ello; suficientes videos en las redes lo atestiguan.

Es cierto que son conocidas las torpezas o meteduras de pata de Biden a lo largo de su más de cuarenta años como servidor público. Por solo ilustrar una, en el 2007 se refirió al entonces candidato demócrata y senador Barack Obama de la siguiente forma: “Quiero decir, eres el primer afroamericano correcto, que es elocuente e inteligente y honesto y un tipo de buen aspecto, quiero decir, es una ficción.”. Debido a estas declaraciones, por supuesto, se armó un revuelo por el que, como hombre decente que es, pidió disculpas.

No vamos a negar algún síntoma de envejecimiento normal en Biden, que es septuagenario al igual que Trump, pero no existen en el ex vicepresidente síntomas como olvidos frecuentes, serios fallos con las palabras (afasia), dificultades llamativas con movimientos habituales como caminar o coger un vaso de agua, u otros elementos premonitorios de una demencia. Lo que vemos en él, en mayor o menor grado, lo ha tenido por más de cuarenta años. Es el Biden de siempre, solo que un poco más viejo, y su larga trayectoria pública sirve para poder evaluar con datos de hemeroteca lo que hemos anotado.

¿A qué se debe la insistencia morbosa de Trump y su séquito de ponerle a Biden la etiqueta de demencia?

La proyección negativa es un mecanismo psicológico que aparece en situaciones de conflicto emocional o amenaza de origen interno o externo, atribuyendo a otras personas u objetos los sentimientos, impulsos o pensamientos propios que resultan inaceptables para el sujeto. O sea, es apuntar hacia el otro mis defectos o problemas.

Conocemos al Trump que miente con facilidad, burlón, despótico y susceptible a la más mínima crítica, su narcicismo y su falta de empatía se han hecho realidad en los últimos cuatro años que hemos estado como nunca al alcance de su imagen pública. Pero poco se ha hablado, salvo por algunos profesionales de la salud, de los síntomas cada vez más llamativos que presenta. El primero es esa postura antinatural, echado hacia delante, como si persiguiera su punto de apoyo, un detalle ya común en cada comparecencia del presidente.

En junio pasado, la prensa internacional y las redes explotaron con el incidente durante el acto de graduación de los cadetes de la academia militar de West Point, en Nueva York, donde Trump llamó la atención por su dificultad para coger un vaso de agua. El presidente de Estados Unidos levantó el vaso con su mano derecha pero, al intentar llevárselo a la boca, no fue capaz de mantenerlo en el aire, por lo que tuvo que ayudarse de la otra mano para poder beber agua. También, al bajar por una rampa, Trump lo hizo mucho más lento de lo habitual, demostrando la dificultad que estaba teniendo para caminar. En aquel entonces, expertos como el Dr. James Merikangas, neurólogo y profesor clínico de neuropsiquiatría, notaron de inmediato problemas con los movimientos de Trump: “El video del 13 de junio es sólo el último de una serie de incidentes que han generado dudas sobre si el presidente está bien”.

De la postura atípica de Trump y su inhabilidad para encontrar palabras apropiadas, otros colegas también se han pronunciado. El Dr. David Scheiner, conocido especialista en Medicina Interna y prestigioso graduado de la Universidad de Princeton, expresó que el presidente podría estar sufriendo pequeños infartos cerebrales: “Gran parte del diagnóstico de un paciente se hace desde la observación profesional. Ni siquiera es necesario entrevistarse con esa persona (…), se hace según sus gestos, expresión facial, la forma en que camina o mueve sus manos…”

La falta total de inhibición, la agresividad y la burda conducta antisocial de Trump en el último debate supera con creces lo que conocemos hasta ahora de su persona, e incluso inclina a cualquier especialista a pensar en un aumento progresivo de deterioro neurológico.

La parálisis supranuclear progresiva (PSP) es una enfermedad degenerativa del sistema nervioso central de curso progresivo descrita en 1964, esta se caracteriza por alteraciones posturales y caídas frecuentes. La variante cortical puede presentarse en forma de demencia frontotemporal, y el cuadro clínico se caracteriza por rigidez y torpeza en la marcha, falta de juicio, pérdida de empatía, comportamiento socialmente inapropiado, repetitivo y compulsivo, falta de inhibición, incapacidad para concentrarse o planificar, frecuentes cambios bruscos de humor, dificultades para hablar, problemas de equilibrio o movimiento y pérdida de memoria.

¿Quién tiene realmente síntomas de demencia?

Desde luego que la confirmación de esto sería más que preocupante.

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