No sabemos si cuando Trump convocó y motivó a los supremacistas blancos y terroristas domésticos a saquear el capitolio, estaba dispuesto a llegar a algo más, sobre todo si las fuerzas superaban sus expectativas. Tampoco sabemos si aspiraba a intimidar a los congresistas al punto de que revirtieran el resultado de las elecciones. Quizás es hora para esos cubanos de reconocer lo evidente: Trump no es lo que pintaron sus propagandistas. Donald es simplemente un populista corrupto, oscurantista y antidemocrático, que acaba de intentar un golpe de estado contra “esta gran nación” que tanto ustedes defienden.
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