El “Amor” según los gobernantes cubanos

Parece no haber algo más importante para quienes se alinean, oficial o casualmente, con el gobierno cubano que el “amor”. En estos días a Cuba hay que “ponerle corazón” y después del 11J había que hacer la seña de “Paz y Amor”. Sobre el concierto de Silvio en España dijeron que: “el odio y el amor quedan separados por la canción”. Al movimiento que busca eliminar sanciones contra Cuba y que el propio presidente cubano dió su espaldarazo, se le nombra “Puentes de Amor” y nos divide entre los que “aman y construyen” y los que “odian y destruyen”. 

Amor. Amor. Amor… pareciera que hemos retornado a las exuberantes noches del bolero habanero.

Todos estos cantos románticos tienen algo en común: es un amor incondicional. En estos amores nada se le pide a los gobernantes cubanos, o al  menos nada significativo, como por ejemplo: reconocer que la mejor forma de mantener abierta esa válvula de los afectos nacionales es la libertad a los presos políticos, por ejemplo a cientos de detenidos después del 11J; así como que se prohiban los arrestos domiciliarios,  extrajudiciales y las personas desapareciendo en patrullas de civil hasta días o semanas después. En términos de estructura, que se proscriba la exclusión ideológica y se garantice a todos los cubanos el derecho a expresión pública, que todos y cualquiera pueda iniciar un proceso de reflexión nacional sobre el rumbo del país. 

También la posibilidad de votaciones directas y competitivas levantaría una ola de amor de magnitudes bíblicas en la diáspora cubana. Amor cierto, correspondido y publicitado hacia donde quiera que estemos.

En otras palabras, la única actitud legítima que encuentran los gobernantes cubanos a sus nacionales es la de amarlo incondicionalmente. Puedes amarlos, pero siempre que no menciones cambios democráticos, eso es como una traición imperdonable. El resto de nosotros estamos llenos de odio y mercenarismo.

A falta de poder ofrecer un proyecto de reforma y desarrollo económico rápido y competitivo, una Constitución y un sistema legal garantista, así como un espacio democrático para que la inteligencia colectiva contribuya al rumbo del país, o una solución negociada e incluyente de la Cuba diaspórica al diferendo Cuba – EEUU; nos ofrecen entonces la posibilidad de sentirnos patriotas, amándolos pura e incondicionalmente. ¡Porque debemos estar llenos de amor!

Dice el maestro poeta que “Sólo el amor engendra la maravilla”…, pero tal vez yo me vaya quedando con la simpleza y la urgencia de “Patria y Vida”, que no menciona al amor por ningún lado, pero me recuerda que éste emerge al terreno público sólo cuando se vive con dignidad y libertad. 

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