Himnos

La creación más poderosa del hombre han sido los símbolos.

Es muy difícil saber, o acaso imposible, quiénes fueron los primeros en convertir una idea en un fenómeno de consecuencias prácticas.

Los himnos nacionales son una expresión y un reflejo de lo anterior. Todos se convirtieron en una necesidad, emotiva y aglutinante, que luego devino histórica, oficial e incluso obligatoria, en la mayoría de los casos.

Por ejemplo. La Marsellesa, himno oficial de Francia desde el 14 de julio de 1795, y una de las piezas nacionales y musicales más celebradas y conocidas, uno de los paradigmas de los himnos republicanos y modernos, y en el que se habla de “el amor sagrado de la Patria”, tampoco escapó a los intervalos y avatares de la historia pues fue prohibido durante el Imperio, durante la Restauración y durante la ocupación nazi de 1940 a 1945. Por tanto, en todo caso se trata de un amor sagrado o impuesto o intermitente o expuesto a toda clase de variaciones pero en ningún caso constante ni invariable. Visto desde hoy, además, es un texto con referencias racistas y violentas por lo que ha sido objeto de muchos debates y supresiones de algunas de sus partes. Hoy solo se cantan unos pocos párrafos de su versión original.

El himno de los Estados Unidos, The Star-Spangled Banner, del año 1814, es una de las canciones patrióticas más famosas, también entre las más celebradas y conocidas. “¡Y desplegará así su hermosura estrellada / Sobre tierra de libres la bandera sagrada!” Sin embargo, demoró más de un siglo en ser el himno oficial del país, lo que ocurrió el 3 de marzo de 1931 por una resolución del Congreso. Ese día es, además, el día de la bandera.

Como otra muestra de que las simbologías cambian y desaparecen, ahí están Rusia y la URSS, la URSS y Rusia, estados que han tenido más de diez himnos en el caso de Rusia y varias decenas si contamos los de las restantes 14 repúblicas de la URSS.

Con el triunfo bolchevique se asume “La Internacional” como himno del nuevo país. Luego, el hermoso y emotivo himno de la URSS de 1944 tuvo diversas idas y vueltas. De llamarse “Gran canción patriótica a Stalin” pasó a “Himno del Estado de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas” tras la muerte de Stalin. Tuvo su fin oficial en 1991 pero su melodía con otro texto fue nuevamente aprobada como Himno Nacional de Rusia en el año 2000. O sea, muchos años después, Vladimir Putin y el Parlamento ruso convirtieron en himno oficial la pieza que había encargado y seleccionado Stalin durante la Gran Guerra Patria en honor a un estado y una patria de aspiraciones comunistas. Entre 1991 y el 2000 el himno de Rusia fue “Canción patriótica”, una composición poco conocida y sin letra. A propósito de los debates y reacciones rusas contrarias al uso del himno de la URSS, Vladimir Putin declaro: “Si convenimos no utilizar los símbolos de la época soviética, entonces también tenemos que estar de acuerdo en que toda una generación de nuestros ciudadanos -nuestros padres y madres- vivieron su vida inútilmente. Y yo no puedo estar de acuerdo con eso”.

Es interesante la asociación consciente, casi caprichosa, forzada, entre el vinculo o paralelismo de vida humana con una simbología patriótica. Como si no existiera vida más allá de la patria y su simbología siempre cambiante. Como también seria interesante, y contradictorio, el uso de una simbología anterior para tiempos y valores posteriores y distintos.

Uno de los más conocidos himnos y el más antiguo de cuantos existen (1720), God Save the Queen (Dios salve a la reina), es el himno nacional del Reino Unido y sus colonias, además de ser el himno de la familia real británica y de los demás países que reconocen al monarca británico como su jefe de Estado. Cuando el monarca es un Rey, el himno se convierte en God Save the King (Dios salve al rey), como era en su versión original. A este himno se le han añadido y quitado numerosos versos y es el Himno Nacional de veinte estados o protectorados, y el Himno Real, también oficial, de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y otros miembros de la Mancomunidad de Naciones. Tiene directas referencias a Dios, como muchos otros, y a que la Reina (o el Rey) tenga un largo reinado sobre sus súbditos, que son quienes, muchas veces orgullosamente, lo cantan o deben cantar.

La Marcha Real (o Marcha Granadera) es el himno nacional del Reino de España, y lo fue de sus excolonias, desde el siglo XVIII, siendo uno de los mas antiguos (1770). Sin embargo, también ha tenido periodos de impase en distintas épocas, en las que fue adoptado el Himno del Riego. Fue apartado durante el trienio liberal y durante la primera y la segunda republicas. Pero incluso el himno más constante, el oficial que sobrevive hoy, La Marcha Real, también ha tenido varias versiones.

En el Himno de Bayamo, cantado por primera vez un día como hoy, el 20 de octubre de 1868 (fecha que luego se ha oficializado como el día de la cultura cubana), símbolo indiscutible de la nación cubana, también se habla de la patria, siendo una patria en gestación, era apenas un anhelo, una aspiración, un objetivo; fue un himno de combate, en el mismo tono de los anteriores. Este himno también se llamó “La Bayamesa”, teniendo como antecedente y como referencia a “La Marsellesa”, pues el Comité Nacional Revolucionario, en reunión efectuada un 13 de agosto de 1867, le sugirió a Perucho Figueredo que compusiese “nuestra Marsellesa”. Este himno vio reducida su letra de seis párrafos a dos en 1902, para no herir los sentimientos de los españoles (en los párrafos eliminados se les menciona expresamente) y porque resultaba demasiado largo en comparación con otros. El himno cubano también tuvo distintas armonizaciones y modificaciones musicales pues originalmente no tuvo partitura. La música, la partitura del Himno Nacional de Cuba, no fue oficial hasta 1983, fecha en la que fue aprobada por la Asamblea Nacional la versión definitiva del musicólogo e investigador Odilio Urfé.

Los mismos cambios operados en los himnos serian observables en los escudos, las banderas, las fronteras, las leyes. En resumen, en cualquier ordenamiento social. Y no es una casualidad o fruto del error. Las simbologías cambian, se adaptan y eventualmente desaparecen. Porque son símbolos, no verdades objetivas ni camisas de fuerza.

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