La “guerra civil” entre cubanos y el Embargo/Bloqueo

No identifico mejor símil que el de una “guerra civil”, tal vez deba adicionar “fría”, porque no escuchamos disparos de una a otra orilla, pero entonces podemos confundirla con una contienda distinta. Esta es la “guerra bloqueo”, nada convencional y exclusiva de unos cubanos contra otros. 

Una tarde le pregunté a una señora cubana que emigró a Miami en su juventud: ¿Por qué usted apoya el Embargo? En el mejor de los casos -le argumenté- ella obtendría una victoria pírrica, porque Cuba ya no sería igual después de tanto deterioro. Su respuesta fue más o menos así: “Pues yo estoy muy de acuerdo con el embargo, si nosotros tuvimos que jodernos y venir para acá, pues ahora que se jodan ellos”. 

Su respuesta es más compleja que un simple acto de vacío rencor ¿Qué relación puede usted mantener con su pueblo de origen, si le han excluido legalmente de su vida cultural y política? El escritor checo y exiliado del comunismo, Milan Kundera, una vez prohibió que se publicaran sus libros en su país de origen. A esos extremos absurdos llegan las personas forzadas al desarraigo.

Entre los defensores del Embargo, por otra parte, es frecuente escuchar “teorías” que son aparentemente más racionales, tales como la “olla de presión”, o sea, que el pueblo indignado y obstinado de la miseria, saldrá a las calles a deponer al gobierno. El problema con esta idea es que nadie ha podido comprobarla. Durante más de sesenta años de revolución/comunismo y treinta de ellos de una crisis económica espantosa, la presión parece haber encontrado formas de controlarse. Siempre llega un empresario español a explotar el turismo económico de Canadá y Europa, y esto ha sido suficiente para mantener al país en la línea de sobrevivencia.

Por otro lado, cuando los cubanos salgan a las calles… ¿Deben salir a desquitarse sólo con el gobierno, o también con los estadounidenses y los cubano-americanos? 

Carter y Clinton consideraron normalizar las relaciones, pero reaccionaron después a las acciones del gobierno cubano: Las crisis migratorias de El Mariel y la del 94, las guerras de África o el incidente con las avionetas de Hermanos al Rescate, por mencionar sólo algunos. Obama emprendió la “normalización”, pero luego vino el apoyo eufórico a Donald Trump y el desempolve de cuanta sanción existía. Los cubanos han incluso asumido tácticas dignas de guionistas de los “Expedientes X”, tales como los “ataques sónicos” contra la embajada norteamericana en La Habana.

Por el lado de la isla, hay denuncias dirigidas al Embargo que son legítimas: es una política extraterritorial y le dificulta seriamente las operaciones económicas y financieras en todo el mundo, lo cual ha servido de excusa para los penosos resultados económicos del sistema centralizado. Si le sumas a esto la política de “cambio de régimen” y los millones para la oposición, pues parece que también tienen excusa para los excesos de la seguridad del estado. Las Naciones Unidas votan año tras año abrumadoramente en contra de esta política de asfixia.

¿Por qué, entonces, sin ningún resultado concreto durante seis décadas, continúa la “Guerra del Aislamiento”? Hay quienes dicen que se trata de un negocio y ciertamente, lo es para algunos…, pero la inmensa mayoría de los que apoya esta política lo hace sin ganar un centavo y para evidenciarlo, basta con observar el respaldo incondicional de una parte importante de la comunidad cubano-americana hacia Donald Trump. 

Hay quienes argumentan el principio maquiavélico de la fuerza necesaria: ¿Con qué ofrecimiento pueden sentarse a la mesa a negociar el retorno de sus derechos políticos con el gobierno cubano, si no hay Embargo…? La ley norteamericana establece que la condición necesaria para eliminar el embargo es establecer un gobierno democrático en Cuba y esto sólo puede suceder si todos los cubanos se involucran en un diálogo.

De lo último no hablan los cubanos en la isla, lo que parece ser su rol en  la ofensiva ¿Qué va a pasar con los derechos políticos de los emigrados cubanos y de los no comunistas? ¿Es que acaso no tienen el derecho a participar en la vida pública de su patria? El régimen cubano actual, no permite que nadie se integre a los gremios profesionales y estatales a menos que se convierta al comunismo, o se abstenga de expresar apoyo a cualquier otra opción política. Ahí es donde, “legalmente”, se proscribe a los cubanos organizarse para presentar a sus compatriotas otros proyectos de desarrollo.

Quienes piden el fin del Embargo, también deberían pedir el retorno de los derechos políticos a los cubanos que no sean comunistas. Si la preocupación es que este proceso puede estar inundado por el capital estadounidense, por ejemplo, entonces se puede acudir a soluciones modernas, tales como que los procesos políticos y las campañas sean pagadas por el propio Estado cubano, que debe servir a todos sus nacionales. Financiamiento 100% nacional de todas las visiones. Los cubanos debemos considerar estas opciones antes de descalificar a toda la oposición por sus fuentes de financiamiento, si a la par se les impide tener una fuente propia. El proceso democrático electoral no es perfecto, pero al menos ofrece la oportunidad de que las minorías no sean excluidas y de asumir su derrota en las urnas como un acto de soberanía del pueblo.

Por su parte, si los Estados Unidos levantan incondicionalmente el embargo y los cubanos que se oponen al comunismo siguen sin formar parte de un proceso democrático en su país de origen, encontrarán otras vías para continuar con esta guerra. No me sorprendería si lograran establecer, incluso, un nuevo Embargo. 

No obstante, dada la influencia geopolítica del gobierno cubano, como por ejemplo su más reciente participación en las crisis de Venezuela, no creo que el levantamiento de las sanciones sea súbito, total e incondicional por parte de los estadounidenses, incluso con una victoria de Biden. La restauración de los derechos políticos a la totalidad de la comunidad cubana, sería un elemento determinante sobre una decisión del gobierno norteamericano. 

Los dos objetivos deberían ser servidos ante la patria: no más apoyo al Embargo que impone una potencia extranjera y no más exclusión de quienes tienen visiones políticas diferentes. No-Embargo y No-Exclusión. Ambas aspiraciones deberían estar sintetizadas en un sólo lema, tal vez uno con el que ya estamos muy familiarizados, una Cuba: “con todos y para el bien de todos”. 

Y sólo ahí estará el punto final de esta contienda.

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