- Según Gallup, apenas el 58% de los estadounidenses están dispuestos a vacunarse contra el covid19. Europa presenta cifras similares.
- La desinformación sobre los efectos secundarios se esparce en redes de manera alarmante.
- Un caso en Austin, Texas, fue utilizado por influencers antivacunas y teóricos de la conspiración para mostrar unos supuestos efectos secundarios de la vacuna de Pfizer. Después de haberse extendido por miles y miles de usuarios, se demostró que la paciente había recibido el “placebo” y, por lo tanto, era imposible que sus síntomas fueran atribuidos a la vacuna. Los contenidos falsos relacionados a este caso aún hoy se continúan expandiendo.
- Sin que al menos el 80% de la población se vacune, no podremos alcanzar la inmunidad de grupo.
Después de un año terrible, con millones de muertos causados por una pandemia que aún no cesa y que promete secuelas económicas tremendas, parece que llega el alivio con el inicio de la vacunación en algunos países como Reino Unido, Estados Unidos y también México y Costa Rica entre otros. Hay varios países que comienzan sus campañas en esta semana.
Ya están en uso las vacunas de Pfizer BioNTech (USA / Alemania), Moderna (USA), Sinovac (China) y Gamaleya (Rusia) que han sido aprobadas por agencias como la FDA norteamericana, la MHRA inglesa, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) y otros organismos reguladores de acuerdo a cada país. Son precisamente estas agencias las que verifican exhaustivamente que las vacunas sean eficaces y seguras. Esta semana se debe aprobar la de AstraZeneca/Oxford y hay al menos veinte vacunas en fases avanzadas que se irán sumando al arsenal contra el COVID19 en las próximas semanas.
Sin embargo, no todo el mundo tiene la disposición de vacunarse. En Estados Unidos, una encuesta reciente de Gallup encontró que solo el 58% dice que estaría dispuesto a recibir el pinchazo. En varios países europeos, las cifras de aceptación son también similares, como por ejemplo Francia con sólo el 59% de encuestados dando su aprobación.
No es una sorpresa que el escepticismo ante la vacunación haya aumentado en los últimos años sobre todo por la influencia del movimiento en su contra cuyas principales razones son la irracionalidad, el fundamentalismo religioso y el miedo. Y los efectos desastrosos en la salud pública ya se han visto: Estados Unidos era un país libre de sarampión (enfermedad que constituye la segunda pandemia que más muertes ha causado en los seres humanos con más de 200 millones de cadáveres a su haber) y en el año 2014 se reportaron 644 casos de la enfermedad en este país.
Con las vacunas del SARS COv2, la expectativa ha sido tremenda y los ojos de todo el mundo han estado pendientes de su desarrollo siendo la primera preocupación el breve tiempo en que se han logrado resultados comparando con otras vacunas previas. Y no siempre se calma la audiencia explicando cómo se agilizan las fases experimentales y como nuevas técnicas como el uso del RNA viral han hecho posible este logro.
Cualquier efecto secundario durante las pruebas se ha diseminado en los medios con más rapidez que el propio coronavirus, como sucedió el pasado miércoles 9 de Diciembre, cuando dos ciudadanos ingleses tuvieron una reacción alérgica después de haber recibido una primera inyección de la vacuna desarrollada por Pfizer/BioNTech. Como si alguna reacción alérgica no fuera posible en personas, bueno, alérgicas. O como si nos enteramos que a alguien le salen ronchas por comerse unos camarones y por ello vamos todos a dejar de disfrutar un buen enchilado de ese crustáceo. Años atrás se sabía que las vacunas de la fiebre amarilla, las vacunas antigripales y la vacuna triple vírica (sarampión, rubeola y parotiditis) contienen trazas muy escasas de proteínas derivadas del huevo que hacen que no esté contraindicada totalmente en alérgicos al huevo, salvo en los casos de antecedente de reacción anafiláctica o asma grave. Pues eso.
En un artículo publicado esta semana en la prestigiosa revista Science, un grupo de investigadores considera que el polietilenglicol (PEG) podría ser el culpable de las reacciones alérgicas a la vacuna de Pfizer-BioNTech y, este compuesto también está presente en la vacuna de Moderna, que al igual que la de Pfizer se basa en un tipo de vacuna de ARN mensajero. De todos modos debería tranquilizarnos saber que del millón de personas que recibieron la vacuna de Pfizer contra el COVID-19 en Estados Unidos, solo 6 han sufrido reacciones alérgicas que fueron tratadas y nadie murió.
Entonces: ¿Por qué tanta desconfianza? Sencillamente porque vivimos en la era de la post verdad, donde la información basada en evidencias científicas y hechos comprobados sucumben a la falsedades en las redes sociales que se diseminan a la velocidad de la luz. Y esto lo utilizan los políticos y cualquier grupo de interés, como los antivacunas y fanáticos religiosos. Son tiempos en que la medicina se receta por WhatsApp y los presidentes gobiernan a través de Twitter.
Veamos un ejemplo de cómo funciona.
Hace un par de meses una joven llamada Patricia y vecina de Austin, Texas, participó como voluntaria en los ensayos de vacunas de Pfizer / BioNTech. Poco después de recibir su inyección, notó unas llagas terribles en sus pies. Consultó a un médico, quien le dijo que podría haber una variedad de causas, y que una de ellas podría ser una reacción a un medicamento (lo que se conoce como eritema medicamentoso). Un par de días después, la foto de los pies de Patricia se convirtió en un meme de Internet cuando un miembro de la familia abrió una cuenta de GoFundMe para ayudar a pagar las facturas del médico. Crearon la cuenta junto con esta historia de fondo vinculando la vacuna al problema de salud. En unas horas se recaudaron $5,420 y la historia fue compartida 12.000 veces. Comenzó el rumor de efectos secundarios de la vacuna. En un movimiento inusual para un ensayo de medicamentos, Pfizer abrió los libros para ver si Patricia había recibido la vacuna o la inyección de solución salina sin vacuna. A ella le habían administrado el placebo y las llagas de sus pies no eran consecuencia de la vacuna.
Pero para entonces, ya la conspiración estaba en marcha. Después de que un influencer anti-vacunas lo publicó, fue utilizado en varios lugares, incluido un sitio cristiano evangélico con temática del apocalipsis que promueve teorías de conspiración sobre las vacunas, la pandemia de COVID-19 y las elecciones estadounidenses. El sitio publicó una versión de la historia de Patricia junto con pasajes de la Biblia que describen que sus pies tienen “agujeros con costras que se parecen mucho a las dolorosas llagas descritas en el libro de Apocalipsis”. A partir de ahí, se extendió como un pandemónium a grupos de Facebook con temas religiosos y antivacunas en todo el mundo con versiones hasta en rumano, polaco y portugués. Y de nada ha servido que la propia Patricia haya reportado que está recuperada, que su podólogo ha ratificado que sus problemas en los pies no estaban relacionados con el ensayo del fármaco y hasta haya ofrecido reembolsos a los donantes de su cuenta de GoFundMe.
¿Qué es lo más preocupante? Que la gente no se inmunice, sea con una vacuna de eficacia del 95 o del 60 por ciento. Porque lo que nos va a proteger a todos es que la vacunación sea masiva y se alcance esa inmunidad de grupo o rebaño de más del 80 por ciento de la población.
¿Te lo piensas? Lo que trajo el barco.