Wonder Woman 1984: la ironía de un género efímero

(Nota: el texto contiene elementos de la trama que pueden ser considerados “spoilers”)

 

No soy muy aficionado a las películas de superhéroes pero he notado la tendencia a convertir en arte lo que inicialmente era mero entretenimiento juvenil sin grandes pretensiones. Así sucedió en el 2019 con “Joker” y el pasado año con Wonder Woman 1984. Lo que era originalmente una historia proveniente de lo más prototípico de la industria cultural, el “cómic”, donde se desarrollan conflictos binarios, el “bueno” y el “malo” , el individuo con superpoderes, etc., es tomado aquí como punto de partida para algo de más amplia perspectiva. 

La Wonder Woman después de sobrevivir sin envejecer gracias a sus poderes, trabaja en un departamento de Antropología del Smithsonian Institute donde conoce a una compañera de trabajo tímida, Barbara Minerva, a la que le ofrece su amistad. La rutina del departamento es quebrada con el hallazgo de una piedra que es codiciada por el coleccionista y quebrado empresario Lord, que algunos críticos han identificado con Donald Trump. Dicha piedra de cuarzo (citrino) permite que los deseos de los que la invocan se cumplan. El deseo de Wonder Woman de recuperar a su novio muerto en la Segunda Guerra Mundial se cumple al transmigrar su alma a un nuevo cuerpo, así como los de Barbara de tener poderes y los del empresario.

Y es entonces donde aparece la escena en que se ha movido la polémica sobre el personaje de Max Lord. El empresario logra llegar a la Casa Blanca y entrevistarse con Reagan a quien le ofrece cumplir su mayor deseo: el de contar con la supremacía nuclear frente a la Unión Soviética, deseo que le permite recibir el acceso a un sistema secreto de satélites que permite transmitir simultáneamente a todo el mundo. El convencimiento del presidente es logrado a través de una frase que es el título del libro favorito de Trump, pero que realmente fue uno de los que marcaron su generación-El poder del pensamiento eficaz, credo New Age adoptado al lenguaje del cristianismo protestante tardío. Si recordamos que la New Age ha otorgado a las piedras de cuarzo el poder de cumplir deseos, la asociación con este movimiento se refuerza. 

La revelación en un momento del filme que esta piedra ha sido tallada por el genio del mal hace una curiosa analogía con el Fausto de Goethe pues el cumplimiento de los deseos por la piedra roba el alma de los que a ella se encomiendan. Cuando Max Lord se dirige a su audiencia mundial; ofreciéndole a la muchedumbre que lo observa, que pida su mayor deseo, recibe de esta su poder y está a punto de destruir al mundo en una catastrófica conflagración. La película parece decirnos que todo el mundo no puede cumplir sus deseos al mismo tiempo. 

El mundo se salva cuando todos, Max Lord y Wonder Woman incluidos, renuncian a sus deseos o poderes. En vez de la tesis existencialista de ser tú mismo parece la reivindicación de esa frase popular norteamericana: Cuidado con lo que pides pues se te puede cumplir. ¿Una reflexión sobre la sociedad norteamericana obsesionada por el consumo? Puede ser esta u otra la lectura, al menos parece ser que en este estado de evolución la cultura de masas hace de sus comienzos clásicos a los que parece empezar a mirar con el descreimiento y la ironía de las vanguardias artísticas. 

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