Tenía poco más de veinte años y me disponía a participar en el taller literario del escritor y periodista independiente Jorge Albeto Aguiar Díaz (JAAD), en una de las librerías de La Habana, esta vez una ubicada en el boulevard de San Rafael. En la vidriera una hoja impresa nos prohibió la entrada: “Cerrado por fumigación”. Resulta que lo único en el programa de la tarde era nuestra pequeña lectura de textos y, sin embargo, nadie avisó a los participantes… Acabamos todos juntos y sorprendidos, frente a una puerta firmemente cerrada. Las suspicacias emergieron, todo indicaba que los fumigados éramos, más bien, nosotros…
No muchos carteles pudieron detener estas lecturas, que lo mismo hacíamos en los jardines de la Quinta de los Molinos, o en la Madriguera, o en la Asociación Árabe de Cuba. Cualquier lugar en que pudiéramos expresarnos en voz alta y recibir una sugerencia de algún que otro tallerista, allí mismo se armaba. En ese espacio fue donde conocí a Lía Villares, cuando ella era todavía una adolescente. En ese entonces, me era imposible prever que se convertiría en una de las voces más altas y confrontacionales de la joven disidencia, pero eran notables su curiosidad y espíritu creativo para tan corta edad; así como su acceso a la literatura, mucho más amplio que el permitido por la política editorial cubana.
En los años siguientes, Lia desarrolló su Blog Habanemia, escribió para otros medios de la blogosfera independiente y colaboró con la banda Porno para Ricardo. No es de extrañar que se convirtiera en uno de los objetivos de la seguridad del estado. Mujer jóven, creativa y abiertamente contestataria, Lía no era un regalo de fin de semana para el comisariado político.
En el año 2018, el Washington Post reportaba que la galería independiente El Círculo de La Habana, un proyecto que Lía conducía en equipo con el artista Luis Trápaga, fue intervenida por las autoridades cubanas, quienes confiscaron todo el trabajo y los datos personales de ella y la mantuvieron detenida por alrededor de 30 horas. Ella describió este acontecimiento como su “peor pesadilla” y le atribuyó el que su obra haya sido prácticamente borrada de la existencia.
Lia Villares vive actualmente en Miami, junto con su hija y su pareja Adrián Monzón, a quien también conozco desde que éramos muchachos. Ambos accedieron a responder mis preguntas, cuando le dije que quería conocer de las visiones de cubanos quienes han vivido en ambas orillas, que han sufrido represalias por su activismo político y también quienes ahora conocen lo más parecido a una comunidad cubana alternativa real: la sociedad de Miami.
Tanto Lía como Adrían tuvieron la generosidad de responder mis preguntas, esta primera entrega que comparto con ustedes son las respuestas de Lía Villares:
- Miami es una ciudad con una dinámica muy particular, si bien los cubanos compartimos una identidad cultural, existe la idea de que esta ciudad acaba por producir ese otro “cubano de Miami”, diferente al que vivía en la isla, al que algunos acusan de haberse tomado la “Coca-Cola del olvido”… Ustedes sufrieron presiones políticas cuando vivían y trabajaban dentro de Cuba ¿Cómo ha cambiado eso desde que viven en los Estados Unidos y qué relación mantienen hoy con su tierra de origen?
Lia: Miami es bipolar, o multipolar, como solemos ser los cubanos… al menos los que se hacen notar. Es difícil conseguir ser real dentro de tanto artificio. Es una ciudad de apariencias e intereses, donde vale más la capacidad de escalar que ningún mérito o currículum, las referencias personales, las amistades influyentes. De igual forma, la ciudad se comporta como una adolescente rebelde pero que cuida las formas delante de sus mayores. Es agresiva y estéril culturalmente, cuesta mucho mantenerse haciendo un trabajo creativo que sea solamente tuyo como cuesta muchísimo no trabajar para nadie más que para ti. Hay que atreverse y en eso también se parece mucho a Cuba. La relación con la isla desde aquí se vuelve áspera y por momentos incómoda. La certeza de que nunca se queda bien: saliendo de allí para salvarse e intentar ayudar (evolución lógica) o quedándose al sacrificio mayor, estancamiento mental y espiritual. La idea de formar una familia es absurda dentro del panóptico cubano. Miami en cambio te ofrece la posibilidad de futuro y cuando empiezas a avanzar no hay manera de retroceder. El sueño idílico sigue siendo empoderarse acá para poder hacer algo por aquello sin depender de ningún otro interés que no sea el de lograr la libertad del terruño y de las víctimas, con o sin su consentimiento. Miami muchas veces se siente como aquel campo de reconcentración que dice NDDV, como destino obligatorio y es cuando te dan ganas de acabar de irte a los Estados Unidos.
- Lía, después de aquel terrible episodio con El Círculo de La Habana, tuvieron alguna oportunidad de recuperar parte de las obras? y ¿Cómo se ha reconstruido Lía Villares después de aquél acontecimiento?
Lia: No devolvieron nada. Ese era mi castigo y mi salida forzada, como lo fue la restricción de salida durante un año antes del asalto de la seguridad del estado. Soy una persona de memorias y supongo que analizando mi perfil me dieron por donde me dolía. He tenido que aprender a seguir sin mis recuerdos, a construirlos desde cero, lo cual tiene todo el sentido del mundo: salir con una maleta llena de fotos y cuadernos entorpecería mucho la nueva existencia, que es como una primera página en blanco. Sirva la amarga experiencia a los que quedan a expensas del villano, los métodos fascistas se repiten y todos allí están en tremenda indefensión legal y personal. No bajar la guardia y nunca subestimar a tu enemigo, mucho menos a uno con una vasta experiencia de más de seis décadas. Pude terminar la primera entrega de Arte libre vs censura totalitaria, una serie documental dedicada a los artistas independientes gracias a que Adrian tenía un back up del material, pero en el registro perdí todas las entrevistas nuevas que eran maravillosas: la de Michel Matos y la de Miguel Coyula y Lynn Cruz. La rueda miamense no me ha permitido continuar editando la serie, es algo que tengo pendiente.
- El arte contestatario y el activismo contra la censura, parecen ser una constante de toda sociedad contra las hegemonías ideológicas. ¿Qué alcance consideran ustedes que puede tener estas formas de expresión en la Cuba cotidiana, esa de todos los días…?
Lia: Es indispensable, esencial, es el alimento de los hambrientos y reprimidos. Cada vez que veo un “regalo” del grafitero Yulier siento alivio. Cada vez que leo una crónica bien escrita de allá adentro respiro mejor. El arte se hace fuerte en épocas de crisis, en situaciones precarias como las que vive ese pueblo desde hace más de medio siglo. Solo el arte contestatario puede tener una narrativa coherente para el espectador del futuro, para nuestros hijos y nietos. El arte no puede ser complaciente en dictadura, bajo un régimen totalitario solo puede nacer un arte disidente. Y ese tipo de arte se comunica a la perfección con la persona común, la que necesita desesperadamente poner una canción de Los Aldeanos a todo volumen para que el jefe de sector la escuche, es su manera de manifestarse sin arriesgarse tanto en contra del sistema.
- De los proyectos de ambos, uno que me resulta más interesante es tropikaldystopia, su tienda online de arte disidente. La colección de artículos que han publicado tiene una estética muy aguda y provocadora. ¿Qué filosofía siguen en la selección y confección de las obras y cuándo piensan relanzar el catálogo? ¿Qué artículos están hoy disponibles online?
Lia: tropikaldystopia es una idea de Cuba, es la antítesis del “bazar de arte revolucionario” de la calle Obispo y el aeropuerto de La Habana. Se trata de visibilizar que aquello está mal vendido, o sea, que no existe el paraíso tropical que les han vendido a los ilusos de la izquierda mundial, los ilusos que lo han comprado. Y de visibilizar a la parte contraria por supuesto, la que se opone frontalmente a la represión y a la estafa revolucionaria. Es desenmascarar el totalitarismo de una manera más fresca y sin ningún tipo de ambages estilo Clandestina, que lo mismo te vende un t-shirt del Ché que la zafra de los 10 millones, o sea, sigue vendiendo y exportando el imaginario “revolucionario” romanticón y comercial de la postal de siempre y se dice alternativa… La alternativa no puede ser algo con el mismo mensaje del opresor, la alternativa es lo que prohíben y censuran y ciertamente no son ellas. Clandestina pertenece al combo fabricado por los comisarios culturales como Fábrica de Arte. Es muy curioso cómo ellos no se enredan con el tema Cuba-embargo-comercialización como nos pasó a nosotros con casi todos los bancos. Es como si estuvieran autorizados con una suerte de permiso especial, igual que casi todas las galerías de arte cubano en Miami y en USA en general. Entonces, tropikaldystopia intenta ser lo opuesto. El criterio de selección tiene que ver con el material (explosivo y súper irreverente, humorístico también) de los artistas dentro y fuera, como Gorki o David D’Omni pero también Alén Lauzán o Maldito Menéndez y nosotros mismos. El otro día le imprimí un Abajo Quien Tú Sabes a una muchacha de aquí que me lo pidió por instagram. Con el Covid-19 los encargos demoran más de la cuenta y es difícil mantener la seriedad que corresponde. Toda la cartelística genial y contrarrevolucionaria del artista gráfico Gorki Águila están a la venta. En proyecto, nuevos diseños de Al2 y viejos de Rotilla Festival. tropikaldystopia también puede verse como una galería virtual del arte independiente cubano más contestatario, dentro y fuera.
- La conversación entre los cubanos del exilio o diáspora, que hoy parece estar coyunturalmente dividida por criterios pro-trump o never trump ¿Creen ustedes que pudiéramos alcanzar un nivel más constructivo y solidario en el diálogo?
Lia: esta última es más de Adrian, pero creo que la clave está en una pregunta que él lanzó hace poco donde se definía claramente la prioridad de algunos “activistas” con respecto a la isla, que resultó ser sus intereses como ciudadanos americanos, o sea “America first” y esto me resulta bien curioso.