Hace tres décadas ya se escuchaban voces en Miami que intentaban capturar la audiencia del llamado exilio histórico con posturas radicales en contra del gobierno cubano y de todo lo que pudiera venir de la isla. Era el eco del famoso ¨Yo a Cuba, no voy¨ de una generación dolida con toda razón por las expropiaciones que los forzó a emigrar desnudos y con las manos en los bolsillos.
La postura política de enfrentamiento al gobierno cubano en esos años estaba capitalizada por la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), organización establecida en 1981 por el exitoso empresario cubano americano Jorge Mas Canosa y Raúl Masvidal. Un par de años previos a la muerte de Mas Canosa en 1997, la FNCA comenzó a perder su cohesión ideológica y a tener en un sector de la organización una postura menos extrema en relación con el tema Cuba. Esto llevó a un segmento sustancial de sus miembros a dividirse y formar el Consejo por la Libertad de Cuba en 2001. Era el reflejo de una evolución de una parte del exilio como solo puede producir naturalmente el tiempo.
Las voces más notables de toda esta época han sido sin dudas Ninoska Pérez Castellón y el ya fallecido Armando Pérez Roura y comparten el ser emigrados de antes de 1970 y tener vínculos muy estrechos con el gobierno de Batista y con opositores del castrismo. Pero también hay que decir que ambos voceros han sabido comunicar sus puntos de vista de modo enérgico pero sin salvajismos como cabe en una mujer universitaria y pintora que dona su obra para una fundación del cáncer o un periodista de larga trayectoria radial respectivamente. Podias mantener un dialogo con cualquiera de ellos aunque tu modo de pensar estuviera en sus antípodas.
Lo que quiero expresar es que esta es una generación muy alejada de la realidad cubana de los últimos treinta años y con una visión para ellos muy válida que nace de un sufrimiento enorme por lo que les fue arrancado y una frustración inmensa con los que les hicieron daño o, en ocasiones, los traicionaron.Nos puede gustar o no, pero están en su derecho. Y personas como Ninoska o Armando siempre han dicho su misa en un tono respetuoso.
No ha sido así con otros personajes de corte más populista y chabacano como los que aplastan con una aplanadora cualquier copia de un disco de un cantante que diga que le gusta Cuba. Que hay de todo en la viña del Señor y en la Ciudad del Sol.
Pero donde alcanza aniveles de estulticia y agresividad incomparables es en la nueva ola que circula internet desde las calles de Miami. Son, en menos de una década, los influencers, los yutubers, los instagramers y demás ¨mete cabezas¨ los que han hecho posible una explosión de sujetos recién emigrados que se han montado también en el discurso de rechazo visceral al gobierno cubano sin ni siquiera distinguir las consecuencias que tenga para con el pueblo en la isla. En su ceguera voluntaria son capaces de negar que Cuba produce hace años ocho de las vacunas que se utilizan en ese país.
Hay un tal Otaola, remedo de comediante, que decidió lanzar una campaña de no viajes y remesas a Cuba para supuestamente salvar la patria. Es el mismo ¨Yo a Cuba no voy¨ pero después que has ido muchas veces, te has divertido mucho y ya no te dejan entrar por razones no patrióticas.
Hay también un tal Elixir o algo así que es como el Guaidó de Puerto Padre, un ingeniero informático que era experto en Cuba en el programa de vigilancia tecnológica y política sobre la actividad en internet contraria al gobierno devenido luchador por la democracia. Eso me han dicho, porque yo los sigo poco y los escucho menos. Y los espías cibernéticos me ponen muy nervioso.
Y luego hay varias Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón (con perdón de Almodóvar) que hacen directas (así le dicen a grabarte en tu teléfono y colgarlo en las redes) con un lenguaje disártrico repleto de ordinarieces que se consideran politólogos y se pondrían una camiseta con la cara de Joseph McCarthy, si supieran quien es. Porque para ellos, todo lo que comience por socio y todo aquel que los contradiga es ¨comunista¨.
No hay comunicación posible y mesurada con los que hacen su modus vivendi de la división y el odio enriquecido por 60 años de políticas obtusas en las dos orillas. La más mínima disensión es atacada con insultos y frases enlatadas que nos recuerdan, ominosamente, el similar lenguaje oficial de la otra orilla. Son los nuevos aniquiladores de la conciliación hacia la esperanza que se ha producido en otras latitudes con conflictos similares pero donde ha crecido el necesario sentido común. Es sencillamente, un diálogo de besugos.
Aquí no hay dolor por expropiaciones porque esta generación es muy posterior a las reformas agrarias y urbanas. Aquí no hay casa sellada al partir al aeropuerto, porque probablemente se criaron en una de ellas que le asignó al gobierno a un padre guajiro machetero de vanguardia o miembro del MININT. Aquí no hay coherencia, solo oportunismo camaleónico.
Nunca pensé que podía alabar a Ninoska o a Pérez Roura pero es que, al compararlos con la reciente hornada de patriotas, me siento que estoy poniendo una copa de champán Korbel al lado de una lata de refresco TuKola.
Mientras, a mí, que me llamen comunista o lo que mejor les parezca.
Yo, como Henry Louis Mencken tengo claro que “cuando oigas a un hombre hablar de su amor por la patria, es signo de que espera que le paguen por eso.”.
Lo que trajo el barco.
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