Hoy se cumplen seis años de un hecho trascendental en la historia reciente de Cuba. La gran mayoría de los cubanos se despertaron el día 17 de diciembre de 2014, día muy marcado en la sociedad cubana por celebrarse el Dia de San Lázaro, como si fuera un día cualquiera, sin embargo, el pasar del día probaría algo muy distinto. San Lázaro, santo muy venerado por la población cubana fundamentalmente en la forma sincretizada del orisha yoruba Babalu Aye. Obalúwayé, como se conoce en yoruba, es el orisha de la sanación en todos los aspectos de la tierra, es el protector de los ancianos y discapacitados y patrón de los perros. Babalu o San Lázaro es el primer y último recurso de muchos cubanos, religiosos o no, que piden por su salud y prosperidad en una sociedad que comenzó exiliando a sus símbolos religiosos y luego aceptándolos del mismo modo que hizo con muchos de los parientes de los que se quedaron en Cuba.
El día comenzó temprano como todos los 17 de diciembre. Peregrinar al Rincón, localidad en las afueras de la Habana donde tiene su santuario este santo es una de las pocas manifestaciones donde mucha gente hace su procesión de forma natural y sin organización gubernamental alguna. Desde temprano en la madrugada personas, de todas las razas, profesiones, estatus sociales e incluso no muy religiosos, emprenden el camino hacia las afueras para pagarle al venerado santo las promesas que hicieron durante el año por muy diversos motivos. Tal muestra de veneración es un evento que todos los cubanos respetan y celebran como parte de su idiosincrasia. De vuelta al 2014, temprano en la mañana empezaba a circular un rumor, de que algo grande iba a pasar durante el día. La cosa no se limitaba a la Cuba Insular, sino a su extensión y alter ego Miami y el resto de la diáspora. Algo grande se cocinaba y todos teníamos que estar pendientes a los acontecimientos. A las 12 del mediodía de Washington DC y la Habana el presidente Barack H. Obama y el General Raúl Castro se dirigieron a sus respectivos públicos y anunciaron entre muchas medidas que una nueva era de relaciones comenzaría entre USA y Cuba.
Pueden imaginar Uds. que después de más de cincuenta años de tratar la misma fórmula esperando resultados diferentes por parte de USA, después que en Cuba ese mismo tiempo hubiera dejado una generación olvidada, una desinteresada, una emigrada y otra enajenada, estas eran palabras no solo optimistas, eran milagrosas. Era como si Babalu Aye se hubiera transformado en San Obama del Rincón, y parecía repetir el milagro diciendo: ¡Cuba levántate y anda! El furor embargo a la mayoría de los cubanos que conozco, se avizoraban tiempos nuevos. Nunca en la errática historia de la Revolución Cubana, se había logrado tanto en tan poco tiempo. Se avizoraban tiempos mejores para todos. Los cubanos de a pie imaginaban el influjo económico que siempre inyecta el mercado de USA. Imaginaba relaciones más fluidas con la familia de la otra orilla e incluso la posibilidad de un movimiento organizado entre las dos orillas. La administración Obama era consecuente con su política de entendimiento diplomático y de tratar nuevas avenidas para resolver viejos conflictos. También lograba que el tema Cuba comenzara a tocarse como política exterior y no como este sensible asunto que muchas veces secuestraba las decisiones políticas locales de la Florida basado en la poderosa influencia política del exilio histórico cubano. Desafortunadamente, no todo era positivo, los dinosaurios políticos a ambos lados del estrecho de la Florida despotricaban y hacían todos sus esfuerzos para destruir y corromper esta nueva vía.
No es mi intención contarle toda la historia de lo que sobrevino, sería muy largo y además la gran mayoría de Uds. lo saben. Se comenzaron conversaciones y negociaciones, se reconvirtieron antiguas Oficinas de Interés en Embajadas y todo tuvo un simbólico colofón con la visita del presidente Obama a la Habana. Obama llegaba a la Habana siendo más querido por los cubanos que su contraparte Raúl Castro, Obama era más de Cuba, quería más por Cuba, que sus líderes. Obama era la esperanza y esa esperanza no solo quedó en un símbolo. El gobierno de Cuba, a regañadientes o por conveniencia, permitió aperturas como la ampliación del servicio de internet, la participación de emprendedores cubanos en servicios de Airbnb y la posible colaboración con empresas de USA y todo el mundo. Quizás esto parezca poco, pero es importante percatarse que esas pequeñas aperturas le dieron posibilidades al cubano de a pie de poder generar ingresos que nunca antes habían logrado. Es importante decir que, en sociedades totalitarias como la cubana, tener acceso a ingresos que no provienen del gobierno genera no solo independencia económica, sino política. La gente se libera de la diaria batalla de subsistir y puede por un instante pensar en cosas más elevadas en términos sociales. Generalmente esto también se traduce en expectativas más altas y por supuesto en posibles reclamos a la cúpula, con menos miedos porque ya no se depende tanto de ellos. Todo esto se magnifica, si a todo esto se le agrega Internet con sus posibilidades infinitas de acceso a la información, a las oportunidades o simplemente a comunicarse independientemente con sus pares.
Y llegó el fatídico noviembre del 2016 y con ella la administración Trump y su vuelta a la olla de presión, esa loca estrategia mil veces probada de ahogar al pueblo cubano para que se rebele y que siempre ha dado el mismo resultado negativo. Así podemos verlo ahora en el 2020, Trump se va, y ahí siguen los Castros, Maduro, Noriega y demás dictadores que él trató de ahogar con su “estrategia”. Seis años después el legado de Obama ha sido terriblemente vilipendiado, porque se le acusa que le ofreció mucho a cambio de poco al desgobierno de la Habana. Ahora a raíz de la elección de Biden, artífice junto con Obama de esta nueva política hacia Cuba, es importante detenerse y valorar los aportes positivos que dejó esta estrategia para considerar si tiene sentido seguirla o no. Y yo les dejo como tarea: ¿Podrían Uds. imaginar los eventos de San Isidro y el Ministerio de Cultura sin la libertad económica de sus participantes y su acceso al internet?