Sobre los “comunistólogos” en Miami o las aventuras de Ossián de La Fuente

*Comunistólogo: trastorno de la praxis ensayística que provoca llamarle “comunistas” incluso hasta a las salamandras.

El caso de “comunistólogo” diagnosticado más recientemente corresponde al Dr. Demiurgo Cortés, quien se dedica a la promoción de la literatura fantástica en Hialeah y es autor de un clásico de este género El salto cuatridimensional —esta parte no es broma—. Él tuvo a bien llamar “comunistas” a los blogueros que se atrevieron a enviar algunas preguntas a Carlos Alberto Montaner, ex presidente de la Internacional Liberal.

“Para que Cuba avance en el futuro necesita de una ‘deshabanización’, lo cual es lo mismo que una deconstrucción del ‘centrohabanerismo’” —esto también lo dijo en serio el mencionado académico, aunque no lo parezca—.

No hace mucho, el Dr. Demiurgo Cortés se desempeñó como organizador de un evento académico que acabó bautizándose como “La convención de la municipalidad”: Ossián de La Fuente, quien participó en el encuentro tuvo en privado el atrevimiento de bautizarlo como “La convención de la frugalidad” por la presencia de un magro buffet de croquetas y la sustancia  de los comentarios a los que se vieron sometidos algunos de los panelistas.

Entre las ideas expresadas por el Dr. Demiurgo Cortés sobresale su aplicación del concepto de la escuela del marxismo cultural a la comprensión de la tendencia de la historia cubana a las revoluciones. Curiosamente, Don Demiurgo, como lo conocían en una universidad del oriente del país, acude a una ideología bête noir —así lo pronunciaba, afrancesado, porque toda persona de esa región de Guantánamo que se respete desciende de unas de las familias francesas que trajo la civilización a Cuba desde Haití, en una reedición de la gesta del Flor de Mayo de los padres peregrinos que fundaron América—.

La cuestión, según nos revela el iluminado académico, es que el “habanocentrismo” necesita ser deconstruido, pues el gran problema de Cuba ha sido su obsesión con la capital. Una observación como esta podría haberse hecho a simple vista —nos expone de La Fuente—, ya que resulta evidente que las tres invasiones que han ocurrido en la isla —excluyendo la guerra hispanoamericana— han sido de Oriente a Occidente, es decir, con la intención de ocupar La Habana, y para eso no es necesario aplicar la deconstrucción, sino apenas una burguesa generalización elevada a ley histórica. Además, ¿cómo se puede defender a Trump con ese discurso afrancesado? —prosigue nuestro amigo escritor.

Según este, el alzamiento de Céspedes fue un reclamo de los derechos de Manzanillo, no los de Cuba. “La patria es el municipio; pertenece al discurso globalista haberla unificado en una totalidad abstracta, la nación, que obvia la pluralidad de componentes taínos, franceses, bávaros, prusianos, finlandeses —quién puede olvidar aquel fallido experimento socialista finlandés en Oriente, Ponniistus—, y hasta suizos” —sentencia el ensayista—. Mientras decía esto, el amigo escritor asentía aportando el nombre de Enriqueta Faber, no sin agregar aquel reclamo de Orestes Ferrara en el Capitolio Nacional ante los firmantes de la constitución de 1940: “¿Donde están los suizos?”.

Sin embargo, lo que provoca una disputa de nuestro amigo con el Dr. Cortés es su objeción a la importancia de la herencia taína en su municipio, negada por Lino Novás Calvo, uno de cuyos codiciados textos ( el ensayo El pathos cubano) quiso extenderle. “Guarde Ud. ese documento” —le espetó reproduciendo una escena de la Guerra de los Diez Años que, luego explicó, era parte del eterno retorno defendido por Nietzsche. Lo que no se explica uno es cómo el Dr. Cortés, tan temeroso del “marxismo cultural” utiliza precisamente el concepto de deconstrucción, que es tan marxista, para revelarnos el secreto de la historia de Cuba.

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