¿Abrir o no las escuelas?

La administración de Trump no tiene un plan nacional para mitigar el virus pero exige un plan escolar para regresar a las aulas. Casi 100,000 niños han contraído el COVID-19 solamente en las últimas dos semanas de julio, según reportes. Las escuelas son un elemento fundamental para la recuperación económica, pero escoger entre la economía o la salud es una falacia: las personas enfermas y temerosas no trabajan, ni consumen al ritmo que necesita la economía.

Se acerca otro momento difícil. Las escuelas públicas de Miami-Dade continuarán el aprendizaje en línea a partir del 31 de agosto. Los padres que cuidaron de sus hijos en casa desde que las escuelas cerraron en marzo a raíz de la pandemia planifican cómo ajustarse. Trabajar en casa es extremadamente incómodo cuando también se ha de cuidar de los hijos y procurar que estos se preocupen realmente por sus estudios. Algo que puede resultar imposible para muchos. Hay trabajos que no se pueden hacer desde casa, familias que no tienen abuelos retirados que ayuden con los hijos, niños que no tienen un lugar seguro donde quedarse, niños que cuentan con la comida que les provee las escuelas. Lo ideal sería que las escuelas abrieran, que los jóvenes socializaran y tuvieran una vida normal. 

El presidente Trump presiona para que las escuelas abran, a pesar de que la de su hijo Barron continuará en línea. En la Florida, el gobernador Ron DeSantis emitió un decreto para obligar que abran las escuelas. A pesar de una intensa presión de los floridianos, el gobernador no ha ejecutado una orden estatal para el uso obligatorio de mascarillas, pero sí lo ha hecho para abrir las escuelas. Por otra parte, la Asociación de Educación de Florida, que reúne a más de cien sindicatos de maestros, ha demandado al estado para impedir que comiencen las clases presenciales. 

La realidad es que no hay un plan de reapertura perfecto. Está claro que no habrá suficiente seguridad en las escuelas, los estudiantes no seguirán los nuevos modelos de comportamiento necesarios para prevenir el contagio del COVID-19. Muchos se quitarán las mascarillas, se abrazarán, jugarán, ignorarán la distancia recomendada, algunos a propósito, otros inconscientemente. La situación para los maestros también es difícil. Imagínese a un maestro con mascarilla y protector sobre el rostro que le obstruye la voz, sin poder caminar alrededor del aula ni intercambiar materiales con estudiantes por mantener la distancia, escuchando comentarios y preguntas acerca del último en la comunidad que contrajo el virus, palpando el miedo y la incertidumbre en los estudiantes presentes y, a la vez, pensando en cómo pudiera redirigir la atención de los estudiantes a la lección del día. Sin comentar lo difícil que sería mantener la distancia en los pasillos, los autobuses y modificar una ventilación que pudiera diseminar el virus. Por estas razones, muchos maestros prefieren continuar la enseñanza en línea. Temen que el contagio será inevitable bajo estas circunstancias, temen por las vidas de los estudiantes, los familiares y la de sus colegas. Algunos encuentran necesario recordar que son educadores, no cuidadores de niños. 

De los veinticinco distritos más grandes del país, solo cinco han decidido empezar con clases presenciales. Varias escuelas han tenido que cerrar o poner a centenares de estudiantes en cuarentena, como en Georgia y Mississippi, pocos días después de la reapertura. El Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, según sus siglas en inglés) sugiere tener mucha precaución en los condados con más del 5% en la tasa de positividad. Esta cifra mide cuántas personas dan positivo al virus de todas aquellas que se hacen la prueba. En el momento en que se publica este artículo, el condado de Miami-Dade tiene una tasa de positividad del 15.12%. El gobernador DeSantis no siguió con cautela las fases recomendadas por la CDC para reabrir la economía. Es esta la razón principal por la que la Florida es el segundo estado con más casos del virus, con un total de 526,569, y ha reportado un promedio de 6,650 casos diarios en los últimos siete días. El pasado viernes se reportó que el Departamento de Salud de la Florida recibió órdenes del gobernador de quedarse callado y no dar recomendaciones sobre la reapertura de las escuelas, un hecho lamentable que pudiera interpretarse como censura. 

Otros estados, como también muchos otros países, han logrado contener el virus. Por ejemplo, Massachusetts tiene un promedio de 382 casos y Nueva York 654 nuevo casos diarios en los últimos siete días. ¿Por qué la Florida registra muchísimos más? Después de padecer los brotes más peligrosos del virus al comienzo de la pandemia, ambos estados norteños pusieron medidas estrictas y pudieron mejorar los indicadores. Esto, a pesar de las manifestaciones en contra de la brutalidad policial que tuvieron lugar con frecuencia en estos estados. Pareciera que Nueva York y Massachusetts están actualmente en mejor posición para reabrir las escuelas. La ciudad de Nueva York, por ejemplo, cuenta con una tasa de positividad del 0.9%. En efecto, el jueves 7 de agosto, el gobernador Andrew Cuomo dijo que el estado cuenta con la “mejor situación del país” y aprobó que los distritos escolares abran con clases presenciales en septiembre. Aún así, reabrir las escuelas pudiera influir en la aparición de una segunda ola de casos después de haber controlado el contagio y reducido sustancialmente las muertes por COVID-19. 

Los maestros quieren ver a sus estudiantes y enseñar en persona, pero no queda duda que varios pudieran ser afectados o morir a causa del virus si abren las escuela. Más se pudo haber hecho en Miami y en la Florida en general para mitigar el contagio y prepararnos para un mejor escenario. Eso cae en las manos de los líderes que no lograron garantizar pruebas con resultados rápidos o imponer, al menos, el uso obligatorio de mascarillas. También la responsabilidad cae en un presidente que decidió ignorar en vez de amplificar la voz de epidemiólogos a su alrededor. “Es lo que es” fue lo que dijo esta semana Trump sobre el número de muertes, insistiendo también en que el virus está bajo control. Muchos otros países sí lo han logrado y están en mejor posición para regresar a las aulas.

¿Qué medidas podrían tomar los padres si las escuelas se mantienen con enseñanza en línea? Puede que no haya una respuesta perfecta, tal como no hay un modelo ideal para reabrir las escuelas. Pareciera que la pandemia nos obliga a decidir entre los hijos o el trabajo. ¿Dónde está el derecho de licencia familiar remunerada cuando lo necesitas? Muchos no tienen la opción de pedir licencia y se arriesgan a perder el trabajo. Lamentablemente, Estados Unidos es uno de los pocos países desarrollados que no provee este derecho laboral, pasa igual con la licencia de maternidad/paternidad remunerada. Sin dudas, la carga mayor la llevarán los padres que no pueden trabajar desde casa. 

El COVID-19 ha causado una crisis económica global. El senador demócrata Chuck Schumer se puso de acuerdo con los republicanos al decir este sábado que la economía seguirá en deterioro si no abrimos las escuelas. Pero es que escoger entre la economía o la salud es una falacia. Si siguen en aumento los casos y las muertes, podrán trabajar menos personas y habrá menos consumo. Incluso sin tener órdenes de confinamiento y con una apertura casi completa, la economía de Estados Unidos sigue mostrando señales de declive. Se estima que más de 31 millones de personas están desempleadas según muestran las cifras federales de personas que reclaman beneficios. Con un apoyo fundamental del gobierno, los distritos escolares pudieran contratar a muchos de estos desempleados como tutores para supervisar los estudios de pequeños grupos de estudiantes en las escuelas o en espacios públicos al aire libre. Esto sería costoso y también aumentaría la probabilidad de contagio. La realidad es que toda alternativa tiene sus faltas. La prioridad debe ser la salud pública, reducir el número de casos y muertes, salir de esta crisis, y luego, volver a la normalidad. 

La administración de Trump no tiene un plan nacional para mitigar el virus pero exige un plan escolar para regresar a las aulas. Este es un momento extraordinario, el gobierno de Estados Unidos debe contener el virus, continuar el respaldo económico a los desempleados, cumplir con las necesidades de las escuelas públicas en esta transición, y apoyar a los padres que necesitan un apoyo adicional para mantener sus trabajos.

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