El mito del voto venezolano en la Florida

Los resultados en las elecciones generales de 2020 con el electorado hispano de la Florida, estuvieron muy por debajo de las expectativas de los demócratas. El voto venezolano-americano es un caso a considerar, pero también el colombiano y el puertoriqueño. La campaña de miedo y desinformación que desplegó el equipo profesional y de seguidores de Trump, mostró ser efectiva particularmente con este voto hispano de la Florida. Los demócratas se encuentran en una encrucijada en el estado en vistas a las elecciones parciales de 2022. 

 

Con el agravamiento de la crisis política en Venezuela, el número de venezolanos inmigrantes en los Estados Unidos ha ido aumentando en los últimos años, sumando más carga a un sistema de asilo político ya colapsado, y con ello, despertando un amplio interés sobre la crisis política que vive el país sureño entre la comunidad de exiliados de origen Latino del sur de la Florida.

La población de origen venezolano en los Estados Unidos se ha triplicado desde principios de este siglo, siendo su crecimiento más significativo en años recientes, de acuerdo con el Migration Policy Institute, quienes registran un incremento del 54% a partir de 2015, con una población de unos 256.000 venezolanos en los Estados Unidos, que luego en 2018 alcanzaría 394.000, proyectándose como una de las comunidades de más rápido crecimiento en el país, entre otros grupos demográficos. Este crecimiento poblacional ha convertido a la comunidad venezolano-americana en un electorado a conquistar, gracias a los  75.000 ciudadanos elegibles para votar este año, que en un swing state como Florida, podría ser determinante.

Ese fue, posiblemente, uno de los factores de mayor incidencia en el interés de la administración de Donald Trump por la crisis política venezolana. Los acercamientos a la comunidad venezolano-americana, especialmente en el sur de la Florida donde se ubica la mayor concentración de venezolanos, activaron el desfile de políticos Republicanos y Demócratas, ampliando su acostumbrado acercamiento a los americanos de origen cubano, dominicano y nicaragüense, con la más reciente adición a la categoría Latino/Hispano del estado.

Las implicaciones electorales eran evidentes, sobre todo por la ausencia de políticas efectivas, más allá de las sanciones (cuyos resultados son discutibles), y de una retórica agresiva que no fracturó a la coalición encabezada por Nicolás Maduro, sino que, por el contrario, consolidó una alianza antiimperialista con Irán y Turquía (uniéndose a Cuba, Nicaragua, Rusia y China), en respuesta a lo que pareció más un bluff, que una amenaza creíble. El partido Demócrata lo advirtió, pero la estrategia comunicacional de la campaña de Trump, en la que tuvo una significativa penetración la desinformación desplegada a través de medios tradicionales y no tradicionales, resultó más efectiva, tanto que la brecha entre Biden y Trump en el bastión Demócrata de Miami-Dade, Trump logró recortar 22 puntos, encendiendo las alarmas entre los activistas y estrategas del partido Demócrata.

Los esfuerzos de las comunidades hispanas por contrarrestar la campaña de desinformación y descrédito de la Campaña de Trump tuvieron que enfrentar, no solo las tergiversaciones de hechos y absurdos que dominaban en las redes sociales, sino el impacto que tuvo usar la plataforma de la Casa Blanca para posicionar el mensaje de la inspiración socialista de una presidencia de Joe Biden.

Los números, sin duda alguna, dan cuenta de la efectividad de la campaña de miedo desplegada por Trump y el partido Republicano entre las comunidades hispanas en el sur del estado. En Doral, una municipalidad en Miami-Dade, hogar de una de las mayores concentraciones de venezolanos en los Estados Unidos, Trump ganó con un margen de 1.4%, luego de haber perdido por 40% en la elección de 2016.

Estos resultados se expandieron hasta alcanzar a otras comunidades susceptibles de creer en la supuesta amenaza de un gobierno socialista de Joe Biden. Entre la comunidad colombo-americana esta estrategia, dados los resultados, tuvo un impacto significativo, pues en The Hammocks, donde se encuentra la comunidad más numerosa de americanos de origen colombiano, sus números mejoraron en un 31.5% con respecto a los resultados en 2016, cuando perdió por 8.808 votos, mientras que este año la diferencia fue de 184, para un total de 48% del voto colombiano de la Florida para Trump, mientras que en 2016 este obtuvo un 36%.

Como bien sabemos, la categoría demográfica Latino/Hispano no es monolítica, y sus complejidades son amplias y manifiestas en todos los grupos nacionales que la componen. Un ejemplo de esto es la comunidad de origen puertorriqueño en los Estados Unidos, donde las esperanzas de la campaña del partido Demócrata estaban puestas, pero que sin embargo, se quedaron cortas para las expectativas creadas a partir del trato indiferente (en el mejor de los casos) desde la Casa Blanca hacia la isla. Uno de los bastiones demócratas en la Florida es la comunidad boricua del Centro del estado, donde Trump tuvo un crecimiento de 11 puntos en comparación con su desempeño de 2016.

Las esperanzas en la comunidad puertorriqueña de la Florida se basaban no solo en su tradición de apoyo Demócrata, sino, además, en la oposición a su mandato como consecuencia del maltrato sufrido bajo la administración Trump luego de la experiencia de la isla después del paso del huracán María, causando una enorme devastación, y ante la cual Trump y su administración se mostraron indiferentes. Los esfuerzos de la campaña Demócrata se centraron en recordarle a la comunidad boricua de la Florida el agravio sufrido por la isla, acompañando la posibilidad de concesión de estatus de estado para Puerto Rico en el futuro.

Los resultados no fueron los esperados, y a diferencia del voto de los venezolano-americanos, los puertorriqueños suman 1.2 millones de habitantes solo en Florida, por lo que su participación electoral tiene mucho más impacto que la de los 75 mil venezolanos registrados para votar, y aun cuando se les considere como el grupo demográfico de mayor crecimiento, representan solo el 2% del electorado, haciendo de la comunidad boricua un electorado crítico en el estado. El análisis post-electoral ha encontrado entre las razones del crecimiento del apoyo a Trump en este grupo, que la influencia de las comunidades de fe es un aspecto sobre el cual se debe profundizar para ajustar la estrategia electoral, pues aun cuando tradicionalmente este electorado se ha inclinado por el partido Demócrata, es posible que estemos ante un grupo con bloques internos (puertorriqueños nacidos en el territorio y los que migraron de la isla en años recientes), presentando diferencias en sus posturas frente a temas socialmente controversiales como el derecho al aborto o el matrimonio igualitario, por ser comunidades socialmente conservadoras.

Estos resultados sitúan al partido Demócrata en una encrucijada de cara a las elecciones de midterm de 2022, dado que sus aspiraciones de conquista del voto hispano de la Florida parecen estar lejos de materializarse, con un electorado complejo, que está mostrando amplias diferencias entre los grupos demográficos que lo componen. Si bien el voto puertorriqueño es significativamente más amplio, las expectativas generadas en torno al voto venezolano desviaron la atención de un electorado con mucha más incidencia sobre el resultado electoral. Está por verse cuáles serán los cambios desde el partido Demócrata para redefinir su estrategia de conquista del voto Latino en la Florida, pero resulta impostergable reconocer las diferencias internas para plantearse una campaña más inclusiva donde todos los grupos se vean ampliamente representados.

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