En alerta roja la democracia en Estados Unidos

En el tiempo que llevo en Miami me he podido dar cuenta que a muchos cubanos nos cuesta criticar a EE.UU. o, más común aún, solemos asociar cualquier crítica a este país con antipatriotismo. Siento que es normal para las generaciones de primeros inmigrantes pensar así; especialmente para una comunidad como la cubana, que ha recibido tanta ayuda económica, moral y política del gobierno estadounidense. 

Como muchos de mis compatriotas, yo amo a EE.UU., y mi agradecimiento por haberme acogido será siempre eterno. Siento mucha admiración por sus instituciones y su constitución; me enorgullece vivir en la democracia continua más larga de la historia; y en su sistema de controles y equilibrios el mundo tiene un modelo a seguir.  

Es precisamente por eso que me duele tanto ver a EE.UU. en la situación en la que estamos: tan divididos, tan polarizados, tan violentos, tan aislados en el plano mundial, y con instituciones que han sido desafiadas y abatidas como nunca en los últimos años. Y es aquí a donde quiero llegar, EE.UU. ha llegado a ser potencia y un bastión de libertad porque sus líderes y ciudadanos han identificado desafíos e imperfecciones en momentos críticos y han tomado medidas transformadoras para remendar los daños. En esto radica la grandeza de este país, que a lo largo de su historia su sistema democrático le ha permitido autocorregirse y perfeccionarse. 

Por ejemplo, la corrupción desmedida del siglo XIX nos llevó a la Era Progresiva, donde pudimos elegir directamente a senadores en el congreso norteamericano, ya que antes lo hacían los Estados, y fue cuando también por primera vez tuvimos las primeras leyes de financiamiento de campañas electorales. Fue una época interesante y de grandes logros para la nación. Tiempo después, el escándalo de Watergate desató una ola de legisladores jóvenes con mentalidad reformista que hicieron que la campañas electorales fuesen más transparentes. La historia norteamericana nos demuestra que han habido momentos de despotismo y polarización; por ejemplo las redadas de Palmer en la década de los 1920s, el Macartismo de los años ‘50 y la violencia política de los ‘60. De todos estos periodos negros pudimos salir y nos recuperamos gracias a que tuvimos el valor y la inteligencia de mirarnos al espejo, ver amenazas reales y reconocer que algo estaba fallando.  

Pero para autocorregirse hay que estar consciente de los problemas que enfrentamos en la actualidad. El país en estos momentos nos requiere estar al tanto de los desafíos estructurales que venimos enfrentando desde hace ya 20 años, según apuntan los expertos. Quisiera compartir algunos de los problemas más grandes que enfrentamos actualmente:

Creo que hay que reconocer que en estos momentos tenemos un Presidente que ha seguido al pie de la letra el libro del caudillo, pues:

  • Abiertamente ha pedido encarcelar a oponentes políticos. 
  • Ha repartido puestos de trabajo en el gobierno a familiares que ni tan siquiera están calificados para ellos.  
  • Ha perdonado a aliados políticos que han cometido crímenes y han sido sentenciados por cortes norteamericanas.
  • Se ha gastado el dinero de nuestros impuestos y fondos extranjeros en sus propiedades privadas.
  • Ha tratado de despedir de su puesto a un abogado especial designado por su propio Departamento de Justicia. 
  • Ha intimidando a testigos en juicios penales. 
  • Se ha comportado como si el estado de derecho no le aplicara a él.
  • Ha atacado la integridad de nuestro proceso electoral. 
  • Se ha rehusado a comprometerse a una transferencia pacífica del poder en el caso de que él pierda.
  • Ha sugerido en varias ocasiones la idea de posponer las elecciones. 
  • Le ha exigido públicamente a su fiscal general que detenga a su rival electoral por delitos imaginarios que ni su propio Departamento de Justicia puede comprobar.  

Pero ya antes del 2016 la democracia de EE.UU. había venido debilitándose, y estos son algunos hechos que lo demuestran:

  • Las controversiales elecciones presidenciales del 2000, cuando el ganador del voto popular no ganó el Colegio Electoral y cinco jueces no electos de la Corte Suprema fueron los que decidieron los resultados.
  • Se tomaron una serie de decisiones en cortes que terminaron en el desastroso caso Citizens United vs FEC que desató una ola de dinero corporativo hacia nuestro proceso electoral y disminuyó el poder y la influencia de los votantes individuales como nosotros. 
  • También está el caso Shelby County vs Holder de la Corte Suprema en el 2013 que cambió una sección clave de la Ley de Derechos Electorales de 1965, y que le facilitaba el derecho al voto a personas históricamente privadas de ello como los afroamericanos. Cinco años después de este fallo, más de mil centros electorales, ubicados principalmente en comunidades negras e hispanas, han cerrado en EE.UU., por eso actualmente se ven filas interminables para emitir un voto. Ahí está el caso de Georgia, por ejemplo, donde las filas para votar se han vuelto dolorosamente largas.
Colas en GA
Algunos votantes en Christian City Welcome Center en Union City, Georgia, aguantaron una espera de cinco horas durante las primarias estatales de junio. (Dustin Chambers / Reuters / NPR)
  • Tenemos también el gerrymandering extremo, que le permite a los legisladores escoger a sus constituyentes, cuando debería ser al revés. Esto diluye el poder de los votantes negros e hispanos y permite gobiernos minoritarios republicanos a nivel estatal y federal.
Distritos gerrymandered
Para ilustrar su preocupación con la práctica de “gerrymandering”, tres diseñadores gráficos con sede en Chicago crearon un alfabeto cuyas letras están compuestas por distritos de la vida real, sus bordes tan retorcidos y manipulados se asemejan a letras del alfabeto. (UglyGerry/Washington Post)

Si continúan las tendencias demográficas y geográficas actuales, para el 2040 alrededor del 70% de la población norteamericana estará representada por solo el 30% de los senadores estadounidenses. ¿Es esto lo que queremos para nuestro país? Pensemos en las consecuencias actuales que ya nos ha traido esta realidad:

  • La confianza pública en el gobierno federal ha tenido un descenso histórico; en el 2019 solo el 17% de la población le tenía fe.
  • Una cifra considerable de jóvenes se inclinan más que nunca a sistemas no-democráticos y a gobiernos dirigidos por los mal llamados “líderes fuertes.”

Creo que una de las cosas más patrióticas y de deber civil que podemos hacer es reconocer que hay problemas, actores y circunstancias que en estos momentos están debilitando nuestra democracia. No hablo de comunismo en este caso, las amenazas usualmente vienen más camufladas y se aprovechan de nuestros miedos para penetrar más aún y provocar más daño. Asumir la realidad y practicar la autocrítica constructiva es lo que nos puede sacar de esta y ayudar a perfeccionar nuestra nación. Recordemos que la democracia no es una máquina, somos nosotros, ciudadanos en alerta, pragmáticos y muy vivos, los que la construimos, perfeccionamos y preservamos.

Fuentes:

Rolling Stone Magazine: https://www.rollingstone.com/politics/politics-features/biden-trump-presidential-election-abolish-electoral-college-pack-supreme-court-filibuster-1075732/

National Public Radio: https://www.npr.org/2020/10/17/924527679/why-do-nonwhite-georgia-voters-have-to-wait-in-line-for-hours-too-few-polling-pl

Washington Post: https://www.washingtonpost.com/politics/2019/08/02/how-do-you-spell-gerrymandering-is-bad-with-font-made-out-preposterous-districts/

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