César Vidal ofrece una definición del “Globalismo” como el movimiento que busca crear un gobierno mundial. Según el autor, este movimiento persigue otros objetivos menores tales como: disminuir la población y el fomento de la emigración, con el fin de destruir las identidades nacionales. Este movimiento “globalista” y los argumentos que ofrece este autor, sin embargo, presentan serias contradicciones.
César Vidal, es un historiador español, autor de decenas de títulos de divulgación histórica que desde hace algún tiempo reside en Miami. Conocía de su obra desde antes de su llegada a esta ciudad pues era frecuente colaborador de Protestante Digital. Sin embargo, la presentación en esta ciudad de la obra El legado de la Reforma a la que asistí y luego una serie de apariciones en el programa El espejo me hizo pensar en una evolución en su pensamiento que ahora deseo comentar.
Es un poco paradójico que un evangélico español asuma la narrativa del nacional-catolicismo, fundamento del falangismo, uno de los pilares del régimen franquista. Sin embargo, es lo que parece suceder en su más reciente obra Un mundo que cambia. Globalismo vs patriotismo. No he tenido acceso aún al libro pero sí a una larga entrevista donde podemos verificar esto.
Vidal comienza argumentando que la división izquierda y derecha ha perdido todo su significado en el siglo XXI. Aunque esto es conocido desde finales del siglo pasado, pues la llegada de la glásnost hizo visible la crisis irreversible del socialismo “real” – realmente no muy difícil de prever después de la Primavera de Praga de 1968 -por inercia se han seguido utilizando ambos términos tan antiguos como la Revolución Francesa. Al menos aquella clásica división de la modernidad daba cierto orden simplista al análisis político y esto quizás explique su persistencia pese a haber transcurrido más de treinta años de la caída del muro de Berlín. Ahora Vidal propone como conceptos simplificadores de los fenómenos políticos al globalismo y al nacionalismo.
Al menos Vidal da una definición del globalismo (algo que brilla por su ausencia en el uso cotidiano de este término) como el movimiento que busca crear un gobierno mundial. Ya desde la creación de la Liga de las Naciones este debate estaba presente en los Estados Unidos lo que tras el ataque a Pearl Harbor había sido enviado a las márgenes del análisis académico. Con el tiempo lo que fue una posición política discutible se amalgamóo con teorías conspirativas. De manera que hablar hoy de gobierno mundial, dista mucho de las suspicacias políticas de 1920, cuando el Partido Republicano rechazó la aprobación del Tratado de Versalles en el Senado. Y es justamente lo que ocurre con este libro del historiador español donde se atribuye a lo que llama como agenda globalista proyectos como la reducción de la población mundial, la promoción de la libre emigración ( según Vidal para destruir las “identidades culturales o nacionales” ) y las medidas contra el cambio climático.
César Vidal atribuye a eso que llama agenda globalista y que en la entrevista no explica una creencia malthusiana: que hay una sobrepoblación y que los recursos naturales no podrán resistir al incremento del consumo. Pudiera darse cierta correlación entre la protección del planeta contra el cambio climático (Vidal cita dos periodos en el pasado en que la Tierra estuvo más caliente que ahora lo que menciona la abismal diferencia entre la población del periodo romano y el actual) y el interés en reducir el aumento (y no la existencia actual) de la población actual.
Es sabido que grupos ecologistas buscan promover familias menores (otra cosa es que esta sea la agenda de todas las organizaciones que se pronuncian por la protección contra el cambio climático) para reducir el consumo que a su vez genera una actividad industrial contaminante, algo que sucede con la energía, el agua potable etc. Lo lógico para reducir el cambio climático desde la perspectiva de que no es posible alcanzar el consumo de una creciente población desde el avance tecnológico (algo cuestionable) es disminuir el aumento de población, lo que solo se podría lograr con la mentalidad de las sociedades posindustriales. Es sabido que mientras más educación recibe una mujer más retrasa el tiempo para crear una familia. Una de las vías para obtener esta mentalidad podría ser la emigración a sociedades desarrolladas. Supongamos por un momento que hay una coordinación entre las agencias que defienden a los refugiados (a través de instrumentos legales surgidos tras la 2a guerra mundial) y las que abogan por un freno al cambio climático. Ni aun así puede sostenerse que haya alguna relación entre ambos movimientos y el deseo de destruir la identidad de Europa o de determinados países occidentales.
Es paradójico que Vidal pretenda que la liberalización de la emigración que supuestamente promueve lo que llama agenda globalista sea resultado de un interés por destruir identidades nacionales, podemos suponer la anglosajona y protestante de los Estados Unidos o la católica de España por la emigración mexicana (de tradición católica) y subsahariana (de tradición musulmana) respectivamente. Lo es porque en dicho discurso de identidad en España los protestantes fueron excluidos y es una tesis que contradice lo que antes afirmara en El legado de la Reforma. Y lo paradójico es que además, coloque a China como una de las naciones defensoras de los que llama patriotismo, opuesto al hipotético gobierno mundial pues ha sido precisamente China la que ha impuesto-violando la Declaración de Derechos Humanos- la política de una familia, un hijo hasta muy recientemente en que este número ha sido incrementado a dos. No es esto parte de la supuesta agenda globalista? En otro artículo habré de volver sobre esta entrevista. Mientras podemos lamentar cómo la doctrina de una agenda globalista sigue ganando adeptos en Miami.