Estremecedores acontecimientos ocurridos en días recientes alrededor del conocido Movimiento San Isidro (MSI) y cuyo desenlace aún está por verse, nos obliga luego de una cuidadosa meditación y paciencia a emitir nuestra opinión frente a los lectores.
La mayoría de los que aquí colaboramos un dia decidimos el camino del exilio, abandonar seres queridos y la tierra donde nacimos y de nuestros antepasados, entre otras razones, por huir de un sistema que tolera extremismos tales como el “acto de repudio”, similares al que recientemente sufrió un grupo de ciudadanos en el Parque Central de La Habana, quienes apoyaban una huelga de hambre iniciada por integrantes del MSI. Debemos señalar que no compartimos este método de las huelgas de hambre, unos por simple experiencia y otros por principios morales.
También la prensa extranjera acreditada sufrió de este acto de repudio. De ninguna manera podemos aprobar, por acción u omisión, violaciones a la prensa libre, como no lo hemos aprobado en los Estados Unidos, cuando todo un coro a nombre del patriotismo, el conservadurismo y el anticomunismo, recientemente nos lo reclamó, sin éxito, desde la propia oficina oval.
Hemos visto imágenes inquietantes de un individuo asaltando con total impunidad la casa donde la huelga de hambre tomaba lugar y también cómo la condena al acusado ha levantado una solidaridad inédita, que no se veía quizás desde el 2010, cuando fue liberada una parte importante de los presos de la llamada primavera negra.
Creemos que la condena de ocho meses a Denis Solís, aunque contemplada en el Código Penal vigente en Cuba, es excesiva, tomando en cuenta las circunstancias del hecho, donde un policía entra sin ofrecer las debidas explicaciones a una vivienda privada, así como las condiciones en que se ha realizado el juicio. Es importante señalar que en la mayoría de los países democráticos, decir lo que se piensa sobre un policía es parte de la expresión protegida constitucionalmente, incluso si esto implica palabras consideradas ofensivas, tales como las utilizadas por Denis en su video y mientras no haya una desobediencia directa. Por último, la pertenencia del acusado a un movimiento artístico independiente, unido a la exhibición de un video donde se le vincula con supuestos actos de sabotaje no esclarecidos, hacen pensar en una condena de tipo político y no en un simple desacato.
De manera que creemos que una solución temporal sería su liberación, tomando en cuenta, además, que el propio video muestra a Denis colaborando con las autoridades a esclarecer aspectos que ni siquiera parecen formar parte del hecho imputado. Así como también debe ser importante el comienzo de un diálogo con el MSI, que permita incorporar visiones diversas a la sociedad cubana.
Entendemos que los males de fondo permanecen intactos, como son el distanciamiento entre el Estado y una ciudadanía diversa y activa, así como la obstinación de ocultar esta distancia bajo el falso dilema de revolución/contrarrevolución.