Yo estuve a las puertas del Ministerio de Cultura

Nadie me convocó. No soy artista. No estoy de acuerdo con las declaraciones de Solis en el video de su detención. Ni siquiera con la mayoría de las posiciones del Movimiento San Isidro. No estaba – ni estoy-  al tanto de la mayoría de los detalles de las dinámicas entre sus participantes. No apoyo la anexión, ni la intervención militar, ni la guerra de quinta generación, ni la desestibilización artificial manufacturada.

Sin embargo, sentí la necesidad de participar en un espacio natural de expresión ciudadana. Al menos que yo recuerde, en mi generación nunca habíamos tenido una experiencia similar en mi país. Este año la muerte de la Fornés, pero sobre todo del Danny, fueron también ejemplos de expresiones ciudadanas naturales, pero en terrenos sociales totalmente diferentes.

Para apoyar, para participar, para estar, no se debería esperar requerir a estar de acuerdo en todo lo que alguien plantea, o a sentirse totalmente identificado con un suceso en específico. Solo se requiere empatía y conciencia cívica. Siempre que no hayan dobles intenciones y los reclamos sociales sean válidos y no vulneren los derechos de terceros, recibirán mi apoyo. Como bien se recuerda últimamente que decía Voltaire. “No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé con mi vida tu derecho a expresarlo”.

La sociedad cubana es heterogénea. Desde mi punto de vista, necesitamos aceptar esa realidad, para comenzar a aprender a convivir dentro de los disensos. No deberíamos tener que rasgarnos las camisas sobre cada tema puntual, ni tener que eliminar amistades de las redes sociales por posicionamientos políticos. Ayer fue el trumpismo, hoy es la posición de los artistas y lo sucedido con el MSI, y mañana será otra cosa.

A este ritmo, nos vamos a quedar sin amigos, y tal como veo, es probable que hasta sin artistas a quienes disfrutar. Hay quienes en relación a las últimas acciones de un artista, deciden, a rachas, si consumir su arte o no. El arte, encapsulado, deja de ser arte, y pasa a ser simple mercancía de consumo. No deberíamos olvidar el poema de John Donne. “Ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.”

Lo que se vivió frente al Ministerio de Cultura, esa noche fue un movimiento social natural, pacífico, frontal y dialogante con las instituciones. En la Calle 2, entre 11 y 13, se aplaudió, se entonó el himno nacional, se evocó a Teresita Fernandez, a Frank Delgado, a Liuba María Hevia. Se compartió batería de celular, cigarros, agua, y probablemente hasta un poco de ron. En el análisis geopolítico, no perdamos nunca de vista a las personas.

Desde mi perspectiva, este asunto debe ser socializado, no politizado. El síndrome de “plaza sitiada” – con causas reales- no debería seguir provocando estas consecuencias. Es momento de crear una nueva manera de relacionarnos como sociedad y de enfrentar las diferencias, sin tener siempre que buscar o fabricar enemigos mortales entre nosotros mismos. La sociedad cubana y las expresiones ciudadanas no pueden seguir siendo el daño colateral de una guerra de contrarios que nos supera y nos excede.

El camino contrario al diálogo es la radicalización, son los extremos, es el enfrentamiento. Nuestra sociedad necesita escucharse a si misma, aceptar las diferencias y aprender a convivir consigo misma. Nuestro tejido social, después de tantos años en conflicto, debe comenzar a sanar. Espero que la noche frente al Ministerio de Cultura pueda ser el camino.

 

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