No, la vacuna no provoca autismo, sino salva vidas.

  • La vacuna es una de las innovaciones más importantes de la historia
  • La relación entre vacunación y autismo provino de un artículo que se publicó sin las debidas verificaciones y después fue retirado de la publicación científica, pero ya había dado paso a las teorías de la conspiración que aún hoy son amplificadas en redes sociales
  • La ciencia ha logrado hoy una vacuna segura para el covid19, ahora es importante también combatir el oscurantismo de ideas que pretende negarnos los beneficios del método científico.

 

Cuando se habla de los grandes descubrimientos e invenciones que definen el progreso de la humanidad siempre se mencionan, el uso del fuego, el descubrimiento de la rueda, el uso de los metales, la pólvora, la brújula, la imprenta, la máquina de vapor, las computadoras, y el internet. Todos estos adelantos han tenido un impacto muy importante en el desarrollo de los humanos como individuos y en sociedad. Desafortunadamente, en la mayoría de estas listas no se menciona a las vacunas como una de las innovaciones más significativas de la historia. La primera vacuna conocida fue contra la viruela y fue creada por el doctor de origen británico Edwar Jenner en 1796. Para lograrla el doctor utilizó un virus vacuno muy similar al humano, pero con una reacción en humanos muy leve. Justo así, se creó la primera vacuna, de hecho, el término vacuna viene del término latín “vacca” que significa vaca e indica la procedencia inicial de la vacuna del Dr. Jenner.  ¿Exageramos al decir que las vacunas son de vital importancia para entender el desarrollo de la humanidad? Si apreciamos el gráfico de esperanza de vida histórica a nivel mundial vemos como hay un marcado cambio de tendencia alrededor de 1870 elevando la esperanza de vida de forma significativa. Sería imposible explicar tal mejora sin mencionar el impacto de las vacunas que se comenzaron a crear después de la invención del Dr. Jenner.

Como bien sabemos, una larga historia de buenas acciones llevadas a cabo por muchos puede ser destruida por la irresponsabilidad de una sola persona en solo un instante. Así ha pasado con las vacunas, donde docenas de historias exitosas como las vacunas del sarampión, de la difteria, de la poliomielitis y muchas otras que han salvado a millones de personas han quedado cuestionadas por solo un artículo científico mal diseñado, ejecutado y revisado que fue publicado en la revista Lancet por el Dr. Andrew Wakefield en 1998. El estudio basado en una pequeña muestra de doce infantes sugería la existencia de una conexión entre el autismo y la triple vacuna contra el sarampión, rubéola y paperas que usualmente se les administra a niños pequeños para prevenir estas enfermedades. Los resultados del artículo fueron rápidamente refutados por la comunidad científica usando argumentos teóricos y datos experimentales y estadísticos contundentes. Consecuentemente los editores de Lancet retractaron el artículo. Sin embargo, el mal ya estaba hecho el naciente movimiento antivacunas que hasta ese momento solo se había enfocado en la presunta peligrosidad que traía la presencia del compuesto químico timerosal -un compuesto orgánico del mercurio- en la formulación de las vacunas, encontró “razones de peso” para crecer y expandirse creando una de las teorías conspirativas anti-ciencia más grande y peligrosas de la historia.

Es importante destacar, que el advenimiento del Internet ha democratizado el conocimiento, hoy tenemos al alcance de la mano más conocimiento e información que en toda la historia de la humanidad. Desafortunadamente, Internet también ha facilitado la multiplicación de la mentira, la estupidez y las teorías conspirativas. Este año 2020, en particular, ha sido al mismo tiempo maravilloso y terrible para la ciencia en general. Cuando el COVID19 hizo su aparición, yo como científico pensé que quizás era la oportunidad de oro para revalidar a las ciencias como motor impulsor de la sociedad después de años siendo trivializada y politizada con cosas como el movimiento antivacunas, el cambio climático, la controversia con los organismos genéticamente modificados, e incluso la validez del capitalismo laissez-faire promulgado por pseudo Escuela Austriaca de Economía. Era el momento de ver y entender a los científicos en acción salvando como buenos superhéroes de Hollywood a la humanidad. La realidad no ha podido ser peor, esta ciencia en tiempo real, ha probado ser más controversial que lo que jamás pensamos los científicos. Para nosotros, los científicos, es común entender que la ciencia es un ente dinámico y dialéctico que constantemente está en cambio y evolución. El método científico se retroalimenta continuamente descartando lo falso y basándose en lo verdadero para generar más conocimiento. Las hipótesis son ciertas mientras no se prueba lo contrario, lo que es el estado del conocimiento hoy, puede que no lo sea mañana cuando nuevas evidencias aparezcan y nos hagan modificar o cambiar las conclusiones. Las medidas que se tomaron en el pasado, basado en conocimiento pasado, no necesariamente son equivocadas porque ahora seguiremos algo totalmente diferente, porque la ciencia evoluciona y con ellos también las conclusiones y las decisiones.

Afortunadamente, después de meses de cuestionamiento popular a la ciencia, la comunidad científica que a pesar de las carencias financieras y de credibilidad jamás dejó de trabajar, hoy tenemos varias vacunas de alta efectividad y seguridad para combatir el COVID19. Estas vacunas han comenzado a aplicarse al personal médico de primera línea en diversos países, a los cuales le seguirán los trabajadores imprescindibles y los grupos demográficos más expuestos. Una meritocracia basada también en el método científico. En la medida que la producción de estas vacunas lo permitan, más personas serán inoculadas y con estas acciones lograremos controlar a la pandemia. Es importante destacar, que las vacunas no solo protegen a los vacunados, sino también a muchas otras personas que tienen condiciones de salud como alergias y enfermedades autoinmunes por las cuales no pueden ser vacunados, pero esto solo se logra si logramos vacunar a una cantidad crítica de la población. Este fenómeno se llama inmunidad de grupo y se alcanza cuando al menos 80% de la población de una localidad se inmuniza ya sea de modo natural o a través de la vacunación. ¿Es este el final de la jornada contra la pandemia? Terriblemente, la respuesta es: No. Una de las partes más complicadas, la vacuna contra el virus -o mejor dicho las vacunas porque son muchas y diversas- se logró con el aporte de la ciencia. Ahora nos queda una tarea mucho más titánica, derrotar la paranoia y el oscurantismo de muchos y lograr que una gran mayoría se vacune para lograr la total erradicación de este terrible virus que tantas vidas nos ha costado.

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